“Tres muertos y al menos quince heridos dejó un accidente de carretera sufrido hoy en la provincia argentina de Córdoba por un bus de la empresa Pullman Tachimari en el que viajaba de regreso a Chile un equipo infantil de básquetbol del Colegio Particular Melipilla de Santiago, informó la policía”. Así contaba el portal nacional Emol sobre el accidente que ocurrió en 2000.

Según trascendió, el grupo venía de Argentina tras triunfar en un campeonato deportivo. Pretendían seguir conociendo el país antes de volver a Chile. Entre quienes resultaron fallecidos estaban los menores Tamara González, Germán Hernández y Katty Quiroga, todos compañeros de Adolfo Almarza quien, tras el accidente, perdió sus piernas de manera instantánea.

“Yo venía acostado. Venía con el asiento hasta atrás y el asiento de adelante, donde cayó el techo, se quebró y el asiento me quedó en el pecho”, relató Almarza a un reportaje de la Teletón, emitido en 2015. “No le tengo que echar la culpa a nada. Ya pasó ya”, finalizó, resignado. Y es que las investigaciones posteriores habrían determinado que el chofer del bus había sido el responsable, pues se quedó dormido mientras manejaba.

Captura | Youtube
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Sin sus dos piernas, el pequeño Adolfo buscaba desaparecer del mundo. “Me quería morir. Teniendo 12 años me quería morir”, dijo. Mientras estaba en el recinto asistencial, las personas iban a visitarlo y, según comentó, siempre entraban con la cabeza inclinada hacia abajo diciendo que “todo estaría bien”. “Pero ellos no sabían nada. Ellos no entendían cómo me sentía”, recordó.

Recuperación

Luego del grave accidente, su vida cambió por completo. De ser un exitoso seleccionado de básquetbol, pasó a ser una persona completamente dependiente. “Quería ir al baño por mí mismo y no podía”, rememoró.

Eso, hasta que llegó un desconocido a su sala y le dijo que él volvería a ser el mismo, e incluso mejor. Su resistencia por los ánimos que la gente le entregaba continuó, hasta que vio que el hombre cargaba con su misma situación: no tenía las dos piernas. Ahí todo cambió.

Los médicos le habían asegurado que en 12 meses podría, eventualmente, volver a ponerse de pie con ayuda de prótesis. Tuvo yesoa y maderaa como piernas durante algunos días, para acostumbrar el cuerpo. Se paraba de su cama y se hería los muñones por la fuerza que ejercía.

Pero con su perseverancia, los 12 meses se transformaron en sólo 4. En 16 semanas el joven, aseguró, pudo volver a estar de pie sin la ayuda de bastones. Su vida no volvió a ser la misma, claro, pero fue un gran avance.

El deporte

Junto a sus terapias físicas, Adolfo asistía regularmente a psicólogos y psiquiatras para controlar sus estados emocionales… Aunque una drástica transformación llegó a su vida: el deporte.

“Cambié a los especialistas mentales por el deporte. La bicicleta cambió todo”, dijo Almarza. Y es que comenzó a encariñarse con el transporte muy rápidamente gracias a unos amigos. Según narró, acompañaba a un grupo de jóvenes mientras subían cerros para luego descender. Él igual quería hacer eso, pero no podía.

“Veía como todos subían al cerro y yo me quedaba abajo. Hasta que un amigo me subió en sus hombros. Ahí pude ver el mundo desde otra perspectiva“, afirmó.

Luego de eso, poco a poco se fue acostumbrando a subir y bajar el cerro, a descender en bicicleta e, incluso, saltar en ella. Aunque no todo fue alegría, pues muchas veces sus prótesis se salían de los pedales y caía bruscamente al suelo.

Pre calentamiento antes de entrar al Agua junto a @dogmanphotos y @juliocevedo 🦑🦀🐠 | @soydecidido

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Así aprendió. A golpes, como todos. Su vida poco a poco iba volviendo a la normalidad. De dicha forma se convirtió en un referente, aunque él lo niegue.

“Nunca me he visto derrotado”

En una charla motivacional que dio en la Universidad del Desarrollo, BioBioChile conversó con él. Y a pesar que tras el final de su charla se acercaron muchos jóvenes para tomarse una selfie, aseguró no estar cansado. Su optimismo no se detenía.

“Mi vida es así. He llorado pocas veces (…) Nunca me he sentido mal, desde pequeño. Debe ser por mi personalidad”, afirmó.

La adolescencia es, probablemente, una de los períodos más complicados para los seres humanos, pues para muchos comienzan las recriminaciones y las dudas respecto a una infinidad de situaciones. Con todo, él aseguró que ni en esa etapa se vio “derrotado”. “Me gustaría tener la oportunidad de sentirme destruido”, dijo.

“Si tengo un problema, chuta, le damos no más”. Así fue como llegó a ser el único ciclista de descenso que compite como profesional en todo el globo. No hay más que Adolfo.

“Yo no me considero un ejemplo. Soy una persona que vive la vida como corresponde, haciendo lo que realmente me gusta. Si lucho por algo es porque realmente quiero ese algo”, sostuvo.

En Instagram, el hombre tiene más de 19 mil seguidores que día a día le escriben mensajes de apoyo y admiración. “Eres un seco”, “Adolfo, eres mi ídolo, realmente tu charla cambió mi punto de vista para ver las cosas” y “eres admirable, me motiva verte”, son algunos de ellos.

Respecto de esto, Almarza aseguró que “sólo muestro el resultado, pero el detrás de cámara es durísimo”, pues muchas veces cuesta subirse a la bici y el riesgo a los accidentes se incrementa. “Eso no significa que sea imposible”, sentenció.

“A mí me cuesta el doble. Mi capacidad física es 40% menor a la de una persona normal, está comprobado científicamente”, expresó. “Pero en la práctica, eso no es así”.

“Si yo puedo, ¿por qué los otros no?”, finalizó.