Una agridulce presente vive por estos días el actual campeón de los 100 metros planos, Justin Gatlin. Y es que los ojos de los medios se saltaron toda la expectación que pudo haber causado que la corona mundial haya pasado de Usain Bolt a este competidor, enfocándose en su currículum deportivo y relación con el dopaje.

Si, como lo lee. Y es que, aparentemente, el actual monarca del atletismo mundial tiene un pasado que lo condena y así se lo hicieron saber los periodistas en la conferencia de prensa posterior a la carrera.

En tal ocasión, uno de los profesionales deportivos tomó la palabra y le lanzó un certero misil: “¿Las peores marcas vistas esta temporada tienen relación con el aumento de las medidas antidopaje?.

Como era de esperar, la interrogante no causó gracia al atleta, quien exaltado respondió a sus críticos: “¿Qué justifica que me trates como un chico malo? ¿Hablé mal alguna vez? ¿Qué estoy haciendo mal? Doy la mano y felicito a quien me gana”, agregando que “los medios quieren convertirme en el malo y a Usain en un héroe, vale. Fui castigado, pero hoy estoy orgulloso de mí”.

Pero, ¿Por qué la interrogante causó molestia en el atleta?

Lo que ocurrió fue que los periodistas pusieron sobre el tapete una cuestión que ha sido destapada por varios trabajados científicos: la capacidad de los esteroides anabolizantes, como la testosterona que Gatlin dio positiva en 2006, de conservar su efecto en el organismo aun cuando hayan pasado varios años después de su periodo de ingesta, lo cual se reflejaría en una considerable mejora en el rendimiento a largo plazo.

Este hecho podría explicar, aunque aún no está comprobado, por qué Gatlin ha logrado obtener a partir del año 2010, fecha en la que terminó su suspensión de cuatro años, mejores resultados que los que tenía cuando los controles de dopaje señalaron que era un “tramposo”.

Una lamentable situación que convierte al, hoy por hoy, mejor exponente de los 100 metros planos, en un campeón bajo sospecha.