Hubo un tiempo en que los boxeadores chilenos peleaban contra los mejores del mundo. Hubo un tiempo en que al Estadio Nacional llegaron más de 60 mil personas para ver una pelea. Hubo un tiempo en que el Teatro Caupolicán se engalanaba para acoger veladas que eran seguidas por todo el país. Hubo un tiempo en que el boxeo le disputó el cetro de deporte más popular al fútbol. Épocas que paulatinamente se fueron desvaneciendo. Malos manejos de los dirigentes, el menosprecio al “deporte de los brutos”, la muerte de un boxeador tras un combate. Infinitas razones que condujeron a una honda oscuridad de la que hoy emerge con brillo propio Miguel “Aguja” González.

El peso súper pluma, de 27 años, lleva 25 triunfos como profesional y solo una derrota, por puntos. No es un noqueador, es de los que trabaja la pelea, aunque a veces reconoce que se nubla con algún golpe bajo y entra en la refriega. A fines del año pasado se coronó Campeón Latino de la AMB. Ya lleva dos defensas exitosas y quiere más, mucho más.

Pasó los primeros años de su infancia en Argentina, donde se fue a vivir con su madre tras separarse de su padre. Estando allá lo molestaban por su origen chileno, estando acá, tras la reconciliación de sus padres, lo molestaban por su acento argentino. No encajaba.

Sus padres volvieron a separarse, pero esta vez se quedó en Renca. El niño pasaba a ser un adolescente, un rebelde que ahora admite que anduvo en malos pasos y que incluso llegó a traficar drogas. Las tres cicatrices de una puñalada es el recuerdo de esos complicados años. Estuvo varios días en el hospital, sabía que no podía seguir así. Un amigo lo invitó a probar suerte en el popular Club México. Ahí las horas golpeando el saco, saltando la cuerda o haciendo sombra lo ayudaron a dejar atrás los demonios que lo rodeaban.

“El boxeo me hizo salir de los malos pasos en los que andaba”, afirma González, quien es conocido por todos como el “Aguja”. Su sobrenombre se debe a tres razones. “La primera es que cuando chico era muy delgado, pesaba 49 kilos, y cabezón; la segunda es que cuando empecé en el boxeo andaba aguja con los más grandes, escuchaba lo que decían, les preguntaba, porque quería aprender; y la última, bueno, es por las chiquillas”, cuenta entre risas.

González entrena sagradamente todos los días. A las 7 ya está listo para correr. Ocho, diez o doce kilómetros. Luego se pone los guantes, alternando con levantamiento de pesas. “Me encanta entrenar, es mi mejor virtud”, afirma el luchador. Mientras se prepara tiene un ojo puesto en lo que ocurrirá el 10 de diciembre en Manchester, donde se enfrentarán el panameño Luis “Nica” Concepción, actual monarca de la AMB, contra el británico Khalid Yafai.

Es que su objetivo es uno solo y no titubea al decirlo: “quiero ser campeón mundial”. Tiene ansias, hambre de gloria. Actualmente está sexto en el ranking mundial de la AMB, sabe que en algún momento le tendrán que dar la oportunidad para el cinturón si sigue con tranco ganador.

Su principal traba para asaltar el escenario mundial, dice él, es estar en Chile, donde no consigue sparrings y no puede dedicarse por completo al deporte de los puños. El otro gran problema es, como tantas veces en el deporte chileno, es la falta de patrocinadores. “Falta una promotora grande que ponga la plata y diga: ya, hagamos la pelea”, comenta el “Aguja”.

A la espera de lo que suceda con “Nica” Concepción, el futuro próximo del “Aguja” es aún incierto. “A lo mejor viene otra defensa. Tal vez me vaya a Estados Unidos. Pelear afuera te da una confianza especial. Yo tuve la oportunidad de pelear en Inglaterra hace unos años y si bien perdí, todo fue distinto para mí después de eso”, dice González, quien entre sus ídolos cuenta a Floyd Mayweather Jr., Sugar Ray Leonard, Muhammad Ali y Martín Vargas.

Precisamente el ídolo nacional lo ha invitado a entrenar con él y lo ha aconsejado en su carrera. González quiere lograr lo que ni Vargas ni Estanislao Loayza ni Arturo Godoy ni Godfrey Stevens, entre otros, pudieron conseguir sobre el ensogado. Confía en que sus puños lo lleven a donde ningún boxeador chileno ha estado: la cima del mundo.