Diego Buonannote llegó sin parafernalia a la Universidad Católica a mitad de este año. En un mercado de pases en que el foco estuvo puesto en la abultada billetera de la Universidad de Chile y la llegada de Pablo Guede a Colo Colo, el arribo del “Enano” a la precordillera pasó ‘colado’.

No era el nombre rimbombante que esperaban los hinchas de la franja, pero en base a buenas actuaciones, goles y filigranas, este mediocampista argentino de 28 años ha encontrado un lugar en el once titular de Mario Salas, con el que ya se coronó en la Supercopa.

El presente de Buonanotte es positivo, pero dista mucho del que se imaginaba allá por 2008, cuando comenzaba a despuntar en el primer equipo de River Plate. El “pibe” de escasos 161 centímetros pisaba y amasaba la pelota a su antojo, regalaba chichés para la galería, atravesaba con su dribling endiablado las defensas más férreas y también visitaba las redes con frecuencias. En un equipo con jugadores del calibre de Ariel “Burrito” Ortega, Sebastían “El Loco” Abreú, Radamel Falcao y un imberbe Alexis Sánchez, Buonanotte se llevaba los aplausos.

Era el jugador de moda al otro lado de la cordillera. Muchos se atrevieron a compararlo con el mísmisimo Lionel Messi. Los mejores clubes del mundo preguntaban por él. El presidente de River por ese entonces, José María Aguilar, era determinante: “Diego Buonannote no tiene precio”.

Fue campeón con el River dirigido por el Cholo Simeone en el Clausura 2008 y un par de meses después se colgó la medalla de oro con la selección argentina sub-23, en los Juegos Olímpicos de Beijing. Sin saberlo, y con solo 20 años, estaba en el cénit de su carrera

River entró en una espiral de decadencia que años más tarde terminó con el club en la segunda división del fútbol argentino. Muchas de las figuras del club de la banda sangre se marcharon. Por Buonanotte los dirigentes pidieron una cifra exorbitante que ningún club aceptó pagar.

El jugador se fue devaluando. Lesiones, baja en el rendimiento, la presión de ser el salvador de un club que se hundía más y más en el fango. Tuvo un destello de esperanza luego de romperla en el Esperanzas de Toulon 2009, torneo en que Argentina terminó tercera. El pequeño volante fue elegido el mejor jugador del torneo y compartió el premio al goleador con el chileno Gerson Martínez.

No había duda, el talento seguía fluyendo por sus piernas. Pero todo se vino abajo al poco tiempo después. Tras las fiestas navideñas, Diego fue con sus amigos de la infancia a jugar pool en un bar ubicado en Arribeños, cerca de Buenos Aires. Estuvieron hasta la madrugada, conversando, riendo. De madrugada se retiraron rumbo a su local Teodolina, en la provincia de Santa Fe.

El camino estaba hecho un desastre y caía un aguacero infernal. Buonannote, que iba manejando, confesó tiempo después que iba asustado. Cuando pensó que había pasado lo peor, un fuerte impacto lo dejó inconsciente. Había chochado con un árbol. Sus tres acompañantes, Gerardo Suñé (24), Alexis Fulcheri (21) y Emanuel Melo (21), murieron en el acto. El futbolista se salvó porque era el único que iba con cinturón de seguridad.

Buonanotte fue absuelto por la Justicia, ya que esta determinó que “no actuó con imprudencia o negligencia” al momento del choque. Luego de una larga recuperación volvió a jugar, aunque ya nada era lo mismo. Su cuerpo estaba bien, pero su mente no. “Mi cabeza no funciona como antes. En mi carrera y vida esto influyó mucho. A veces me pregunto: ¿Por qué no me tocó a mí? Siempre pensé que esas cosas pasaban en las películas pero ahora lo vivo de cerca. El único que estaba tirado en el pasto era yo. Me bajé del auto inconsciente. Otros amigos que venían atrás nunca me contaron lo que pasó”, señaló en una entrevista el año pasado con TyC Sports.

“Conservo las condiciones pero no voy a ser la misma persona que antes. Todos los días se me aparecen recuerdos. En cada cosa que haga, ellos van a estar en mi cabeza. ¿Por qué de cuatro se fueron tres y yo me salvé?”, agregó el habilidoso volante con lágrimas en los ojos.

Nadie reclamó cuando en River perdió la titularidad. Se fue transferido al Málaga de Manuel Pellegrini en 2010, buscando un nuevo impulso en su carrera. En “Los Boquerones” no llenó las expectativas. Siguió probando suerte en canchas hispanas. Su siguiente destino fue el Granada, sin mayor éxito. En 2014 fue a México y estuvo seis meses con el Pachuca, para luego volver a país natal para jugar en Quilmes otros seis meses.

Se había transformado en un errante del fútbol, un tipo que iba de aquí para allá. Cualquiera con buen ojo podía notar sus condiciones, que el chico ese le podía pintar la cara a todos. Sin embargo, no podía consolidarse.

Se marchó rumbo a Grecia. En el AEK Atenas pareció haberse sentido cómodo luego de mucho tiempo. Tras una buena temporada llegó a la Universidad Católica, donde hoy disfruta del cariño de los cruzados. ¿Encontrará en San Carlos su lugar en el mundo?

La trágica a noche que marcó su vida para siempre, Buonannote conoció a la que hoy es su mujer y madre de sus dos hijos. Con ellos de la mano y con los nombres de sus amigos tatuados en sus brazos y marcados a fuego en su corazón, el ‘Enano’ quiere alcanzar la tan anhelada paz, algo que, según sus propias palabras, está empezando a concretar en la precordillera. “Siempre dije que quería ser feliz, con mi familia y creo que estoy en el lugar indicado, ahora a disfrutar”, afirmó tras ganar la Supercopa.