“Chile, que estaba al borde de la hecatombe en el primer tiempo, está empatando. Hay que morirse de alegría”, comentaba extasiado Sergio Livingstone. La “Roja” acababa de anotar su segundo gol en el Monumental de Núñez ante la poderosa Argentina, en el inicio del periplo mundialista rumbo a Alemania 2006. En una historia llena de derrotas, Chile solo había conseguido un empate en suelo trasandino, ni hablar de victorias. Pero aún había que aguantar 15 minutos para conseguir la hazaña.

Chile viajó a Buenos Aires con la intención de borrar la patética imagen dejada en la clasificatoria anterior. Con Juvenal Olmos en la banca y un plantel joven, sin nombres rutilantes, el “equipo de todos” buscaba hacer un digno papel al otro lado de la Cordillera.

El desafío era complicado. La Argentina de Marcelo Bielsa tenía un plantel estelar. Hernán Crespo, Pablo Aimar, Walter Samuel, Andrés D´Alessandro y Cristian “Kily” González querían dejar atrás la eliminación en primera ronda de Corea y Japón 2002, una auténtica tragedia griega para el fervoroso y exigente hincha trasandino. Ante Chile no bastaba con ganar, había que golear y dar espectáculo.

El partido arrancó acorde a lo esperado. La “Celeste y Blanca” no encontró oposición para hacerse con la pelota y arremeter contra una visita que esperaba agazapada cerca del arco de Nelson Tapia. D´Alessandro y Aimar tomaron la batuta y empezaron a hacer jugar a sus compañeros. Los ataques se sucedían uno tras otro. El cerco defensivo poco a poco empezó a descascararse. Rafael Olarra y Pablo Contreras tapaban las fisuras como podían, pero no daban abasto. Crespo lo tuvo en dos ocasiones a boca de jarro, pero falló increíblemente.

Un zurdazo del “Kily” González finalmente batió la resistencia chilena a los 31’. Apenas cuatro minutos después, D´Alessandro filtró un pase exquisito para Aimar. El “Payaso” definió de primera, con un sutil tiro cruzado, ante la salida del 1 de la selección.

Argentina-Chile | Agence France-Presse
Argentina-Chile | Agence France-Presse

“Chile está grogi”, decía Pedro Carcuro en la transmisión televisiva. Argentina no se detuvo y siguió aportillando a una defensa que no hacía pie. Por si eso no fuera poco, Rodrigo “Kalule” Meléndez tuvo que ceder su lugar a Milovan Mirosevic por una lesión en el tobillo. El pitazo del árbitro puso fin al tormento chileno. Pero en el segundo tiempo Argentina no bajó los decibeles. Solo la falta de puntería y una buena atajada del “Cabeza de Muela” mantenían la ventaja en dos goles.

La “Roja” lucía petrificada, al borde del descalabro. Los ingresos de Jorge Acuña y Mauricio Pinilla no hacían mella en una escuadra que a esas alturas solo esperaba no ser goleada. En una jugada aislada, Mirosevic se sacudió la marca de D´Alessandro y se encontró con campo abierto para avanzar. Tiró una pared con Acuña, ingresó al área y culminó su trepidante corrida clavándola en un ángulo. Golazo y aún quedaba media hora. “Chile enciende una pequeña lucesita de esperanza después de esta gran jugada”, decía Pedro Carcuro.

Argentina, que antes del gol jugaba con un espíritu implacable, acusó el golpe. Su juego ya no era el mismo. Aimar, tan lúcido hasta entonces, perdía los estribos y se enfrascaba en discusiones con Marco González y “Kike” Acuña.

Chile, en tanto, recuperó el color con el gol. El equipo de Olmos, con nuevos bríos, tuvo el empate en un zapatazo de Fernando Martel desde la entrada del área y en una maniobra de Pinilla que se fue por poco.

Pero llegaría la igualdad. El joven “Lobo del Aire” anticipó a Matías Almeyda en mitad de cancha, la pelota le cayó a Pinilla, quien arremetió como un toro furioso, a pura potencia. “Pinigol” le metió la pelota a Navia, que le venía marcando la diagonal. El “Choro” recibió, se sacó a un defensor con un amague y disparó un zurdazo rastrero que dejó sin opción a Pablo Cavallero. El pequeño grupo de hinchas que viajó a Buenos Aires inundó el Monumental con un abigarrado grito de gol. La banca chilena saltó eufórica al terreno de juego. Goleador y asistente corrieron para felicitarse mutuamente. Todos tenían en claro, eso sí, que se venía la embestida final.

Argentina-Chile | Agence France-Presse
Argentina-Chile | Agence France-Presse

Con el cantito de “Vamos Argentina, qué tenemos que ganar” como banda sonora, la selección de Bielsa inclinó la cancha. Un cabezazo de Aimar a la salida de un córner y un remate del “Kily” González asustaron, pero la “Albiceleste” había perdido los papeles. Samuel, arrebatado, le pisó la espalda a Acuña y armó una tole tole. El defensor se fue a las duchas. Minutos más tarde, Navia también vio la cartulina roja por barrer de atrás a González.

El partido terminó y desató una fiesta. En una tierra históricamente infértil, un empate tenía tintes épicos, al igual que aquel conseguido con el tiro libre de Fernando Cornejo rumbo a Francia ‘98. Chile coronaría su gran arranque en clasificatorias ganándole angustiosamente a Perú en el Nacional. Por entonces, ir a Alemania no parecía una quimera inalcanzable. Menos cuando se tenía en mente la igualdad conseguida en Buenos Aires. El tiempo da sentido a la vida y puso todo en su lugar. Pero, por un momento, esa generación ilusionó al país con cosas grandes.