Nunca un chileno ha jugado por Perú, pero sí hubo un peruano que se nacionalizó para jugar con la ‘Roja’. Su nombre, José Balbuena Rodríguez.

Balbuena se hizo jugador en el populoso barrio El Chirimoyo de Lima. Entre polvorientas calles y pelotas de trapos se fue curtiendo, aprendiendo las mañas del oficio del que viviría por 15 años. Partió jugando en el Atlético Lusitania y luego pasó a América de Perú. Siempre como puntero izquierdo, pegado a la raya, tratando de imponerse por velocidad y habilidad.

Su debut en el fútbol grande se dio con la camiseta Universitario. Con el cuadro crema, uno de los equipos más grandes del país vecino, no estuvo mucho tiempo y partió a jugar con Deportivo Municipal, con el que se tituló campeón nacional.

Tenía ganas de probar algo diferente. De aventurarse por nuevos lugares. Hizo sus maletas y emprendió camino hacia el sur, iniciando un derrotero que terminaría más de una década después. Era 1939 y Balbuena llegaba a un acuerdo para fichar por la Universidad de Chile, donde ya había registro de otro jugador peruano: Jorge Góngora.

En su primera temporada disputó 10 partidos y se matriculó con solo un gol. En 1940, ya con más minutos en cancha, fue titular en el primer título en la historia del cuadro azul.

El “Cholo”, así le decían, poco a poco se fue consolidando. En 1943, el poderoso Boca Juniors tocó a su puerta. Hasta el equipo bostero habían llegado los rumores de que al otro lado de la cordillera había un “wing” izquierdo que la estaba rompiendo. Para asegurarse, los dirigentes argentinos lo pusieron a prueba en dos amistosos ante Racing e Independiente. La actuación de Balbuena no convenció y se tuvo que devolver al cuadro estudiantil.

En su vuelta a los azules, anotó 10 goles en 20 partidos, su mejor récord. En sus años con la tricota de la Universidad de Chile compartió delantera Jaime Riera y Alejandro Scopelli, entre otros.

Llevaba harto tiempo en el país, se había encariñado y optó por nacionalizarse. Dos años después de eso llegó el llamado de Luis Tirado, entrenador de la ‘Roja’ por aquel entonces, para ir a representar al país en el Sudamericano de 1947.

Cosas del destino, Chile debutó en ese campeonato frente a Perú. La victoria fue para los nacionales por 2-1. Balbuena vio todo el partido desde el banco de suplentes. Su oportunidad llegó al partido siguiente, frente a Ecuador. Los nacionales obtendrían un rotundo triunfo por 3-0 con goles de Jorge Peñaloza y un doble de Pedro Hugo López. Entró jugando en su posición habitual de puntero izquierdo, aunque con frecuencia se cambió de lado con López.

Esa fue la única vez que Balbuena se puso la camiseta roja. Una lesión en su tobillo le impidió actuar en el sudamericano en que Chile finalizó en la cuarta posición. Nunca más volvió a ser considerado. Volvió a su querida U, donde estuvo hasta 1950. En total, con los azules disputó 168 partidos y anotó 47 dianas, las que lo ubican entre los extranjeros más goleadores de la historia del cuadro laico.

Ya con 33 años partió a quemar sus últimos cartuchos en el ya extinguido Ferrobádminton. Tras una temporada decidió que no iba más y colgó los botines. Murió a los 91 años, llevándose el recuerdo de aquel partido frente a Ecuador con el escudo de la estrella solitaria en el pecho.