El volante uruguayo Matías Mier llegó el 2011 a Universidad Católica con una maleta llena de ilusiones. Había realizado una campaña tremenda con Peñarol, con quien llegó a la final de la Copa Libertadores, pero algo ocurrió.

En Chile, el charrúa no logró encontrarse con su fútbol. Jugó en Santiago Wanderers, luego en Rentistas de Uruguay y el Al Mu’aidar de Qatar, donde tampoco logró brillar. De ahí regresó a su natal Uruguay donde ahora espera una oportunidad para volver al profesionalismo.

El medio Referí lo encontró en Maldonado, con sus padres, donde sorprendió con un nuevo ‘pololito’: vendedor de fuegos artificiales.

“Mis padres tienen un puesto de frutas y verduras en Maldonado y ahora por las fiestas se pusieron un puesto de fuegos artificiales que lo atiendo yo. Por ahí vienen los niños y me preguntan si soy yo, qué hago vendiendo fuegos artificiales y algunos se mueren de risa. Pero no es una deshonra y menos para mí que vengo de una familia de laburantes de toda la vida”, aclaró el jugador.

Tras su llegada de Qatar, Peñarol le abrió las puertas para que entrenara con ellos.

“Me dieron ganas de venir, me abrieron las puertas de la Tercera y la convivencia con los chicos, el cuerpo técnico y la sanidad fue de novela. Saqué buenas amistades de ahí y dentro de la cancha somos todos iguales. Ver el hambre que tienen por llegar y demostrar, me hizo cargar las pilas. Peñarol me hizo un favor y quiero mi revancha”, cerró.