Victor Moses vive un momento feliz. Es pieza clave en el Chelsea líder de la Premier League inglesa, su nivel ha concitado halagos de todos los sectores e incluso un supuesto interés del FC Barcelona por contratarlo. El camino que ha tenido que recorrer para llegar hasta donde está ha sido largo, con una serie de giros dramáticos e inesperados que podrían tumbar a cualquiera, pero no a él.

Nacido hace 25 años en Nigeria, la historia de Moses es de segundas oportunidades, de dolor y redención. De niño esquivaba el drama de la pobreza jugando fútbol. Horas y horas junto a sus amigos levantando el polvo de las calles de Kudana, su ciudad natal, chuteando la pelota o lo que le sirviese como balón. El fútbol nunca ha requerido de grandes implementos. “Cuando jugábamos no llevábamos ni zapatos, simplemente cuando una pelota tocaba nuestros pies, comenzábamos a jugar”, ha contado.

Mientras Víctor era absorbido por la pasión del deporte rey, el país comenzaba a convulsionar. Corría el año 2002 y el gobierno había declarado la ley islámica de cumplimiento obligatoria, trazando una línea de odio que ponía frente a frente a musulmanes y cristianos. No tardaron en aparecer grupos extremistas que querían imponer el dictamen a sangre y fuego.

El papá del actual jugador estaba en la mira por ser ministro de la religión católica en Kudana. Su suerte estaba echada. Víctor se encontraba en lo de siempre, el fútbol, cuando vio venir a su tío, con el rictus de la tragedia tatuado en su rostro. Le contó que un grupo de musulmanes había irrumpido en su casa, a escasos metros de donde él estaba, y habían asesinado a sus padres. El hombre también le comentó que lo más seguro para él era abandonar el país. En un minuto su vida estaba hecha añicos. Tuvo que vivir a hurtadillas hasta que pudo escapar rumbo a Inglaterra, donde unos padres de acogida se harían cargo de su custodia.

“El viaje a Inglaterra fue realmente duro, solo me importaba estar fuerte y trabajar para salir adelante, incluyese eso el fútbol o no”, afirma. No tardó mucho tiempo en hacer gala de sus habilidades en territorio británico. Un ojeador del Crystal Palace quedó encandilado con su velocidad, potencia y facilidad para anotar. No dudó en ficharlo. Con la camiseta de “The Eagles” se convirtió en la fuerza dominante de las divisiones menores, haciendo del gol una rutina y ganando campeonato. En 2007 debutó en el Championship, equivalente a la segunda división de acá, frente al Cardiff. Victor empezaba a palpar sus sueños de niñez.

Su pasó por el equipo londinense tuvo los altibajos propios de un futbolista que recién empieza a foguearse en el rigor áspero del profesionalismo. Aun así, logró mostrar ráfagas de talento que llamaron la atención de más de uno, entre ellos Bob Martínez. El técnico español a cargo del Wigan, equipo de Premier League, insistió en la llegada del nigeriano y el tiempo le dio la razón. El extremo supo brillar en un equipo de buen juego, pero que siempre luchaba por no descender. Victor quería más que eso. Y tuvo suerte. En 2012, se le abrieron las puertas del Chelsea, uno de los clubes más poderosos del mundo.

En su primera temporada ganó la Uefa Europa League, pero con Rafa Benítez en el banquillo su rol fue secundario. La llegada de José Mourinho, la temporada siguiente, empeoró la situación. Condenado a la banca de suplentes, el nigeriano prefirió irse a préstamo una y otra vez para poder jugar, tres años en los que se enfundó las camisetas del Stoke City, del Liverpool y del West Ham. El estrellato parecía que se le negaba a perpetuidad.

Pero el futbolista iba a tener su oportunidad. Antonio Comte, para sorpresa de muchos, decidió dejarlo en la plantilla de los “blues” a comienzos de la actual temporada. Escorado en la banda derecha se ha vuelto fundamental para el técnico italiano, que apuesta por un fútbol de presión alta y ritmo trepidante. Su buen rendimiento tuvo como corolario el gol que le anotó el pasado fin de semana al Tottenham y que reafirmó a los blues en lo más alto de la liga.

Victor es hace rato ídolo en Nigeria, con la que lleva 24 encuentros disputados a nivel de selección. Tras su llegada a Londres, no pasó mucho tiempo para que defendiera a las juveniles del seleccionado local, sin embargo, optó por jugar con las “Águilas” cuando se hizo un adulto. El fútbol fue el ticket de regreso a su tierra. Cuando volvió no habían balas cerca de él, solo miles de aficionados que coreaban su nombre. “Mis padres estarían orgullosos de ello”, opinó.