Antes de que iniciara la actual temporada de la NBA, ya había mucha ansiedad por la camada de novatos del 2017. Y los jóvenes no se han cortado ante los mejores del mundo.

Simmons deslumbra con su arrogancia de veterano, Ball poco a poco se desmarca de su fatigoso padre, Kuzma sale del anonimato para labrarse un nombre, Tatum reemplaza a una súper estrella y el perfeccionista Donovan se da cuenta que tomó la decisión correcta. Ellos son los principales candidatos al premio rookie del año.

Luchando contra la boca del padre

Ni siquiera había jugado un minuto en la NBA con la camiseta de los Lakers y ya todos hablaban de Lonzo Ball. LaVar, su padre, una mezcla entre bocón demente y hombre de negocios, anunció con estridencia que su hijo iba a marcar una época y no le tembló el pulso para atizar a varias estrellas de la liga. Dijo que Lonzo era mejor que Stephen Curry, que Steve Nash no tenía nada que enseñarle y que él junto a su hijo podrían ganarle a LeBron James y Michael Jordan.

Al base, un adolescente de 20 años quitado de bulla, le tocó pagar por los dardos de su padre. Sus primeros partidos no fueron fáciles y las críticas fueron filosas. Hasta los rivales se burlaban de él. Cuando muchos se preguntaron qué tan bueno era, mostró su verdadero calibre. Tomó la manija del equipo de Luke Walton. Su ausencia por una lesión en el hombro demostró que tan importante era: los Lakers no pudieron ganar sin él.

Lonzo tiene movimientos que evocan a Jason Kidd, un talento natural pasa pasar la pelota y es un gran defensor. El gran problema de la segunda elección del último draft es su lanzamiento. Apenas encesta el 34,9% de sus tiros de campo, 29,8% detrás de la línea de tres y 48% desde el tiro libre.

Estadísticas de Ball: 10 puntos por partido jugado, 7.1 asistencias y 7.1 rebotes.

Un sustituto a la altura

La horrible fractura que padeció Gordon Hayward en el primer partido de los Boston Celtics le dio más protagonismo al alero Jayson Tatum.

El novato juega como si llevara cuatro o cinco años en la liga. No necesita abusar del bote para atacar el aro o para acomodarse y desenfundar desde casi cualquier posición. Pide la pelota cuando a los demás les quema y encesta con el sonido de la chicharra retumbándole en los oídos. Sus porcentajes de conversión son de escándalo (49.9 de campo y 45.9 de triples)

Se ha ganado el apodo de “el nuevo Paul Pierce”.

Estadísticas: 13.9 puntos por partido, 5.5 rebotes y 1.3 asistencias.

El gran robo del último draft

Kyle Kuzma fue seleccionado en el pick 27 por Los Angeles Lakers. No se esperaba casi nada de él. Deslumbró en la liga de verano, pero Luke Walton le bajó los decibeles a su estruendosa aparición.

Otra cosa era jugar en serio en una franquicia como la angelina. Se suponía que iba a tener pocos minutos cuando empezara la liga, sin embargo, su rendimiento lo catapultó. Kuzma, de 22 años, es un ala pívot moderno, capaz de imponerse en la llave y con un más que respetable tiro a media y larga distancia. El 20 de diciembre vivió su mejor noche, al anotarle 38 puntos a los Rockets de James Harden.

Su fulgor ha opacado a Lonzo Ball. Nada ha sido gratis. Tiene una admirable ética de trabajo que aprendió mirando a su madre romperse la espalda. Karri Kuzma despuntaba como atleta, pero tuvo que cortar su carrera a los 18 años al quedar embarazada. Kyle creció sin verla mucho, la mujer tenía dos trabajos para poder sobrevivir. Vivían mudándose, muchas veces se quedaron sin casa y tenían que irse al sótano de la abuela. Karri, sin tiempo libre, le compró un pequeño aro de baloncesto a su hijo para que se entretuviera. Ahí se incubó su pasión. El deporte lo ayudó a esquivar las tentaciones de la calle y a escapar de Flint, su ciudad, sumergida en una de las peores crisis sanitarias de Estados Unidos. Era 2014, Kyle se duchaba con la boca estrictamente cerrada por el alto contenido de plomo del agua. Dejó su ciudad para ir a jugar el último año de instituto con una promesa: “No quiero volver a Flint”.

Estadísticas: 16.9 puntos por partido, 6.3 rebotes y 1.8 asistencias.

El perfeccionista que no se tenía fe

Donovan Mitchell no tenía pensando presentarse al Draft del 2017. Si bien era un destacaba en la Universidad de Louisville, sentía que le faltaba para el salto.

Viajó, con dinero de su bolsillo, al campus de Thousand Oaks. Su mente estaba continuar otro año más en el basket universitario, pero quería medir su verdadero peso ante los mejores del país. El último día del campamento aparecieron Chris Paul y Paul George. Ambas súper estrellas le dijeron que estaba listo para jugar en la liga.

El escolta fue escogido en la décima tercera posición del draft por el Utah Jazz, que le tenía echado el ojo hacía tiempo. Actualmente es el novato más anotador, con partidos de más de 30 o 40 puntos.

Estadísticas: 18.4 puntos por partido, 3.3 rebotes y 3.4 asistencias.

Simmons, después de la oscuridad

Simmons fue seleccionado en 2016 por Filadelfia, un equipo que ha apostado por la reconstrucción a través del draft, aunque no pudo jugar en toda la temporada por una fractura en el quinto metatarsiano del pie.

Este año, Simmons salió al parqué a hacer pesar sus galones. A pesar de su estatura (2,08 metros), maneja la pelota con la habilidad de un prestidigitador. Hace de todo y todo lo hace bien. Se le ha puesto el mote del nuevo LeBron James.

Los números del australiano están a la altura de leyendas. Superó la marca de al menos 15 puntos, 5 rebotes, 5 asistencias y 50% en tiros de campo. Solo Michael Jordan y “Magic” Johnson lograron estadísticas así en su temporada de rookies.

Estadísticas: 16.9 puntos por partido, 8.2 rebotes y 7.3 asistencias.