El nombre de Weiner Reascos se hizo conocido en la noche del sábado para el fútbol nacional, al anotar el gol que selló la victoria por 2-0 de San Luis en su visita a Universidad Católica, por el torneo de Transición.

Pero este futbolista colombiano de 20 años tenía una particular historia que contar. Lo anterior, debido a su oficio de peluquero, que desempeña desde que llegó a nuestro país.

El propio Reascos contó detalles de su particular historia luego del partido. “En Colombia hice divisiones inferiores de la (Escuela de fútbol) Sarmiento Lora, pero había decidido no seguir jugando a fútbol” comienza señalando, tras lo cual revela que “me vine a Chile como peluquero, a cortar el pelo, hace 8 meses. Pero fui a probarme a San Luis y ahora se me da esta oportunidad tan bonita, que la supe aprovechar trabajando fuerte”.

“Había dejado el fútbol porque sentía que no podía servir, aunque me decían que tenía condiciones, que era muy bueno para la pelota y aprovechara. Y lo quise aprovechar en San Luis y ahora se me da esta oportunidad” prosigue Weiner.

El joven futbolista, que hizo su estreno oficial en el club, cree que “todo el trabajo que vengo haciendo con el equipo hace 6 meses se ve reflejado en la cancha con el gol”, con el que “se le vino a la cabeza mi familia, muchas cosas”. .

Pese a que es parte de las prácticas del primer equipo ‘canario’, el colombiano sigue cortando el pelo en un local del “Paseo del Valle, en el caracol”, como se encarga de aclarar. De todas maneras, agrega que “ahora ya no lo estoy haciendo tan constante como antes. Voy viendo si el entrenamiento es muy fuerte, descanso mejor. Si no es mucho, voy a la peluquería. Igual pasó todo el tiempo allá, riéndome con mis amigos”.

Reascos valora la recepción de sus compañeros de plantel. “Todo el tiempo me pasó riendo con ellos. Braulio Leal, (Gabriel) Díaz, (Diego) Chaves me da muchos consejos, el mismo ‘Pepe’ Rojas me habla mucho. La paso muy alegre con ellos, que me han acogido muy bien”, afirmando que su compañero y cliente más exigente es Ignacio Lara, un “insoportable”, como lo define entre risas antes de partir.