Hasta antes de la final de este domingo, Roger Federer podía lucir a sus 35 años un total de 88 campeonatos, 17 de ellos de Grand Slam. Una trayectoria impecable y que asegura su lugar en la historia del tenis, pero que no impidió que diera rienda suelta a su emoción tras quedarse con el título de campeón del Abierto de Australia.

En un duelo del alto vuelo, el suizo superó a un gran Rafael Nadal, que parecía encaminar la victoria en la final en el quinto set, estando arriba 3-1 con un quiebre de servicio a su favor. Pero llegó la levantada de ‘Su Majestad’, quien encadenó cinco games consecutivos para cerrar el marcador con 6-4, 3-6, 6-1, 3-6 y 6-3.

Tras la confirmación del juez de silla, Federer dio rienda suelta a su emoción. No sólo por sumar el título 18 en torneos ‘grandes’, sino por hacerlo luego de una larga ausencia por lesión, que lo tuvo fuera de las canchas la segunda mitad de 2016. Un escenario que para la mayoría podría hacer improbable un triunfo de esta magnitud, pero que para Roger Federer, el mejor tenista de la historia, fue posible.