Una buena canción radial basta para que nuestro cuerpo reaccione y mute en diversos estados de ánimo. Esa es una de las conclusiones a las que han llegado recientes estudios científicos enfocados en la música popular, investigaciones que la revista Muy Interesante recopiló en un artículo que destaca, a su vez, cuatro poderosas composiciones del repertorio internacional.

Viva la vida, Coldplay. Según David M. Greenberg, psicólogo especializado en música  de la Universidad de Cambridge, son tres las características que convierten una canción simple en un bálsamo energético para afrontar la mañana: que empiece suave y tenga una sensación de in crescendo; que posea una letra y música positivas, y que su frecuencia varíe entre los 100 y 130 pulsos por minuto. El tema de Coldplay, cumple con todas.

We are the champions,  Queen. Esta se enmarca como la canción más pegadiza. Por algo suena en todas las competencias deportivas, cuando alguien se queda con una copa o medalla. Lo anterior lo refuerza un estudio del musicólogo Alisun Pawley y el psicólogo Daniel Mullensiefen. En el segundo puesto, ubicaron a Y.M.C.A. de Village People.

Smells like teen spirit, Nirvana. Mick Grierson, de la Universidad de Londres, desarrolló un software capaz de analizar, vía pulsaciones por minuto, los acordes, tonos, timbres y sonidos de una canción. La maniobra, arrojó un resultado poderoso: Smells like teen spirit es la canción más reconocible e icónica de todos los tiempos, antes que Imagine de John Lennon y One de U2.

Weightless,  Marconi Union y Lyz Cooper.  Un estudio británico descubrió la fórmula de la canción más relajante de todas: un tempo estable de 60 pulsos por minuto bastaría para que las ondas cerebrales y el latido cardiaco se sincronicen en un solo sonido. Eso es lo que ocurre con este tema británico, una canción que distiende más que Electra, de Airstream, y Watermark, de Enya.