El concierto N°9 de la temporada 2016 de la Orquesta Sinfónica de Chile, denominado “La Magia de Beethoven”, se constituyó en una demostración de elevada calidad, al abordar dos grandes obras de uno de los compositores más reconocidos de todos los tiempos: Triple concierto para violín, cello y piano en Do mayor, op. 56, y la afamada Sinfonía N°5.

El programa, dirigido por el titular de la agrupación, el maestro ucraniano Leonid Grin, contó con la sobresaliente participación de tres talentosos solistas que se presentaron durante la primera parte: el violinista chileno radicado en Argentina, Freddy Varela, el cellista estadounidense James J. Cooper III y el pianista chileno Luis Alberto Latorre (estos dos últimos, integrantes de la plantilla de la Orquesta Sinfónica de Chile).

Escrito a inicios de 1800, el Triple Concierto para violín, cello y piano en Do mayor fue compuesto en una época en que Beethoven ya evidenciaba una profunda crisis debido a su avanzada sordera. No obstante, asumiría esta dura etapa explorando el tópico del triunfo del héroe solitario que vence la adversidad a través del amor por la humanidad.

Siguiendo la tradicional estructura de concierto en tres movimientos, esta maciza obra del autor germano, comienza con la exposición del tema principal por parte de la orquesta, después de lo cual se integran los solistas, haciendo hincapié en el mismo tema. En esta parte y en el mismo orden, fueron interviniendo en rápida sucesión de lucidas ejecuciones, el cellista Cooper III, el violinista Varela y el pianista Latorre, con un brillo y técnica indiscutibles, coordinando en forma precisa con el trabajo orquestal, muy bien conducido por el maestro Grin. Este diálogo entre solistas e interacción con la agrupación sinfónica, se mantuvo en los dos movimientos siguientes, con brillante culminación.

Comentando este concierto, el violinista Freddy Varela, actual Concertino de la Orquesta Estable del Teatro Colón en Argentina, además de Director de la Camerata Bariloche, expresó que “esta es una las obras más populares que escribió Beethoven. Además de sus sinfonías y los conciertos para piano o violín, el Triple Concierto, con un estilo muy marcado, tipo sinfonía, es muy reconocible para el público porque es muy popular, no sólo entre los músicos sino también entre quienes son aficionados, y es una obra que tiene todo el carácter de Beethoven, que era muy temperamental, lo que de alguna manera queda de manifiesto en sus composiciones”. Tras una reflexión posterior, Varela, quien por primera vez actuó como solista junto a la agrupación, manifestó que “venir a tocar con la Sinfónica es muy importante para mí, más aun viviendo ya varios años en el extranjero”.

En tanto, en la segunda mitad, Grin y la Sinfónica de Chile vivieron una noche extraordinaria y triunfal, con la interpretación de la Quinta Sinfonía en Do Menor, opus 67 de Beethoven, un recorrido musical exitoso de comienzo a fin, en sus cuatro movimientos, Allegro con brío, Andante con moto, Scherzo allegro y Allegro.

En esta obra, el autor comenzó a trabajar seriamente hacia 1806. Ya había desarrollado los primeros bosquejos de ésta dos años antes, para terminarla finalmente a comienzos de 1808, siendo estrenada a fines de ese mismo año, momento en que pasó algo inadvertida para sus primeros oyentes. Sin embargo, pronto se incorporó al repertorio sinfónico y actualmente es quizás la sinfonía más célebre de la historia, objeto de diversas adaptaciones, arreglos, transformaciones, usos y funciones.

Al escenario del Teatro CEAC, con aposentadurías repletas, subieron en esta segunda parte, músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil, para sumarse a las filas de la formación musical. Hubo un primer ejercicio de este tipo con la FOJI, cuando en agosto del año pasado jóvenes músicos de la OSEM tocaron junto a la Sinfónica, por lo que ésta fue la segunda vez que se desarrolló la iniciativa de unir a los músicos profesionales con jóvenes que están comenzando su carrera, lo que se convirtió en una experiencia enriquecedora.

El cierre de la velada fue realmente apoteósico, con la orquesta en pleno recibiendo la ovación del público en varias ocasiones y el reconocimiento de un emocionado Leonid Grin.