El maestro Leonid Grin, titular de la agrupación, quien ha sido el organizador de esta magnífica temporada, tomó nuevamente la batuta de la orquesta en un programa que contó con obras de Glinka, Schnittke y Tchaikovsky, y además del debut en Chile, del talentoso pianista Andrei Korobeinikov.

El concierto, denominado “Melancolía Romántica” se desarrolló en el Teatro Universidad de Chile, y efectuó un recorrido por diversas épocas. La orquesta y el pianista ruso fueron lo principal de esta presentación, que de acuerdo a la planificación de Grin, comenzó con una obra de la primera mitad de 1800, luego se realizó un salto a la música contemporánea con el Concierto para piano de Schnittke, que fue escrito en 1979 y para concluir, se retornó al siglo XIX, pero esta vez a la segunda mitad, con la Cuarta Sinfonía de Tchaivkosky”.

Desde el principio, la Sinfónica lució con mucho brillo, con todas sus familias en un pleno rendimiento de talento colectivo para un resultado espléndido, con deleite para el público. Grato comienzo con el enfoque orquestal de la Obertura “Russlan y Ludmila”, que forma parte de la segunda ópera escrita por Glinka, la que tiene su base argumental en el poema del mismo nombre escrito por Alexander Pushkin en 1818. La obertura es liviana, fuerte y tiene forma sonata. Su material temático procede de la misma ópera y describe a Russlan, el joven héroe que enfrenta todos los peligros por su amor, la bella Ludmila.

Tras ello vino la primera presentación en el país del pianista, también ruso, Andrei Korobeinikov, que interpretó el Concierto para piano y cuerdas de Alfred Schnittke. Nacido en Moscú en 1986, Korobeinikov se graduó con honores en el Conservatorio de Moscú como “el mejor músico de la década” y continuó sus estudios en la Escuela Real de Música en Londres. Reconocido con numerosos premios de concursos a nivel nacional e internacional, ha tocado en más de 20 países a lo largo del mundo.

“Estoy muy feliz y emocionado de tocar por primera vez en Chile”, confesó el músico. “Por mis experiencias anteriores en Latinoamérica – en Uruguay y Brasil – sé que las personas son muy sensibles y realmente están abiertas a escuchar y disfrutar de la música, incluso de obras que no conocen, y no me extrañó que el público comprendió y apreció esta pieza única, que es el Concierto para piano de Schnittke”. La pieza fue escrita por su compositor cuando éste comenzaba a consagrarse en el medio artístico occidental.

Luego del brillante despliegue musical de Korobeinikov, a ratos duro e imponente, el pianista respondió a los aplausos con dos “encores”: un Preludio de Rachmananinoff y una parte de la música para orquesta “Las estaciones”, de Tchaikowsky.

Para finalizar, la orquesta dio vida, con especial interpretación global, a la Sinfonía N° 4, en Fa menor, de Piotr Ilyich Tchaikovsky, obra compuesta entre 1877 y 1878 y estrenada en febrero de ese último año en Moscú, la que fue dedicada por el autor a su mecenas, la baronesa Nadezhda von Meck. A través de los 44 minutos, la orquesta vibró con el primer movimiento en que se lucen los bronces (muy bien trompetas y clarinetes), para proseguir con el Andantino, el Scherzo (un Pizzicato ostinato) y culminar con un sonorísimo Allegro con fuoco.

Grin y sus dirigidos recibieron el merecido homenaje del público por el concierto ofrecido y se despidieron “bisando”, el “Pizzicato ostinato”, de la Sinfonía número 4 de Tchaikowsky.