Como segundo título de la temporada lírica del Teatro Municipal de Santiago, la noche del jueves pasado debutó al fin en nuestro país un título clave en el repertorio del siglo XX, fruto de una notable fusión entre la música de Kurt Weill y el texto y propuesta teatral de Bertolt Brecht. En esta elaborada conjunción entre la partitura y la escena, destaca especialmente lo musical, gracias a una excelente dirección del maestro inglés David Syrus y al brillante desempeño del protagonista, el tenor austriaco Nikolai Schukoff.

Por Joel Poblete

Foto de Patricio Melo, TMS (c)

Aportando un nuevo logro en la renovación del repertorio operístico emprendida a lo largo de las últimas dos décadas con la incorporación de piezas indispensables del siglo XX, el Teatro Municipal de Santiago está ofreciendo como segundo título de su actual temporada lírica, el estreno en Chile de “Auge y caída de la ciudad de Mahagonny”. Suerte de fábula, sátira o alegoría tan pronto divertida y sarcástica como cruel, triste y dolorosa, esta obra alemana es el fruto del talento de dos maestros: la partitura de Kurt Weill y el texto y propuesta teatral de Bertolt Brecht (de cuya muerte este 2016 se cumplen 60 años, marco en el cual se ofrece este debut en el Municipal). Y desde su estreno mundial en 1930 se ha convertido en un referente de fusión entre partitura y escena, uno que en nuestro país se había conocido en sólidas presentaciones teatrales -la más reciente, la memorable “Provincia Kapital”, adaptación dirigida en 2004 por Rodrigo Pérez- pero hasta ahora aún estaba pendiente de darse a conocer en su formato original, como ópera.

Dos años después del estreno de su pieza más conocida, “La ópera de tres centavos”, esta obra de Weill y Brecht se inicia con tres fugitivos de la justicia que deciden fundar una ciudad en el medio de la nada, a la que llamarán Mahagonny, que se convertirá en un símbolo del hedonismo sin límites que atraerá a diversas personas, incluyendo al ingenuo leñador Jimmy Mahoney y la prostituta Jenny, pero en el camino lo que parecía una utopía llena de libertad y posibilidades, se revelará como una realidad mucho más amarga e incierta. Aunque está cantada en alemán, el fragmento más famoso es en inglés: la “Alabama Song” que interpretan Jenny y las prostitutas, ha dado origen a populares covers a cargo de músicos como The Doors y el recientemente fallecido David Bowie.

A juzgar por los resultados vistos en la primera función y los efusivos aplausos del público en el estreno del pasado jueves 23, los logros de este estreno no son menores. Este montaje es una coproducción entre tres escenarios: el Municipal, el Teatro Colón de Buenos Aires (Argentina) y el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo (Colombia), y en él brilla especialmente el aspecto musical. Y de partida, una vez más hay que elogiar al maestro británico David Syrus, Head of Music de la Royal Opera House de Londres, quien en sus dos presentaciones previas en el Municipal al frente de la Orquesta Filarmónica de Santiago ha dejado una sólida impresión con otros dos importantes estrenos del siglo XX en Chile: “Billy Budd”, de Britten, en 2013, y el año pasado “The Rake’s Progress”, de Stravinsky.

No es fácil dirigir musicalmente esta obra, cuyas melodías pasan de lo festivo a una evocadora melancolía, pero también ofrecen toques siniestros, violentos o amenazadores: de partida, la partitura deambula entre distintos estilos y corrientes musicales, incluyendo guiños a la tradición germana desde Bach hasta Wagner y los compositores de las primeras décadas del siglo XX, pasando por influencias populares como el jazz y la música de cabaret; además, el discurso musical es dinámico y cambiante y está muy ligado a lo escénico, por lo que es primordial que el director esté tan atento al foso como a lo que ocurre en el escenario. En todos estos ámbitos, Syrus triunfó, consiguiendo de la Filarmónica una gran cohesión y expresividad sonora.

El elenco convocado tuvo enormes fortalezas, partiendo por el espléndido protagonista, el tenor austriaco Nikolai Schukoff, encarnando a Jimmy Mahoney: creíble, carismático y lleno de energía en lo escénico (incluso saltando arriesgadamente y corriendo cuando era necesario), se gana fácilmente la simpatía y compasión del público incluso declamando un fragmento en español, y en lo vocal es firme y contundente, con buenos y sólidos agudos, pareciendo cómodo en este rol difícil y exigente y brillando especialmente en su conmovedora entrega de la desoladora “Nur die Nacht darf nicht aufhör’n”, en el segundo acto.

Otros personajes que también fueron interpretados de manera sobresaliente fueron la imponente y segura -tanto en lo vocal como en lo escénico- Leokadja Begbick de la mezzosoprano sueca Susanne Resmark, quien confirmó nuevamente la buena impresión que ha dejado con sus actuaciones previas en las temporadas del Municipal, como Clitemnestra en “Elektra” en 2010 y como la implacable suegra de “Katia Kabanova” en 2014; y debutando en Chile y cantando por primera vez el rol de Fatty, el experimentando tenor Kim Begley (quien en los años 90 encarnara al protagonista en elogiadas producciones de esta ópera en París y Chicago) fue un verdadero lujo como actor y cantante.

Por otro lado, dos roles importantes no estuvieron a la altura de lo esperado. El principal personaje femenino, la prostituta Jenny, iba a ser encarnado en un principio por la joven soprano israelí-estadounidense Gan-Ya Ben-Gur Akselrod, quien alcanzó a estar ensayando en Santiago pero finalmente debió ser reemplazada por la argentina María Victoria Gaeta, quien en enero ya mostrara afinidad con este repertorio en Santiago a Mil como una de las artistas del montaje “Cabaret Brecht-Weill”, dirigido por el mismo responsable de esta producción de “Mahagonny”, su compatriota Marcelo Lombardero; interpretando a Jenny, la artista trasandina se mostró desenvuelta y sensual en lo actoral, pero en voz y proyección su grata voz pareció no totalmente lista aún para el desafío, aunque puede deberse a haberse incorporado al reparto con menos anticipación que sus colegas, y de todos modos fue efectiva, en especial en su escena solista “Meine Herren, meine Mutter prägte”. Y el veterano barítono estadounidense Gregg Baker, dueño de una ilustre trayectoria de más de tres décadas y quien fuera un convincente Amfortas en “Parsifal” hace tres años en el Municipal, ahora no tuvo el mismo impacto como Trinity Moses: su presencia escénica sigue siendo innegable, pero su voz se escuchó poco, salvo en su última intervención en la ópera.

Los otros personajes estuvieron en general muy bien abordados, salvo la discreta labor del bajo alemán Thomas Stimmel como Joe: prometedora la voz y actuación del barítono turco Orhan Yildiz como Bill, y digno de aplausos el desempeño del tenor chileno Gonzalo Araya, quien encarna a Jakob Schmidt y Tobby Higgins en el segundo elenco, pero debió participar en este reemplazando a su colega, Paul Kaufmann, quien no pudo cantar en el estreno por motivos de salud. Excelente el solo de piano del travestido intérprete chileno Jorge Hevia, y muy eficaces las prostitutas que acompañan a Jenny, quienes serán encarnadas en los dos elencos por cantantes que se irán alternando: Francisca Cristópulos, Miriam Caparotta, Sylvia Montero, Jaina Elgueta, Regina Sandoval, Nurys Olivares, Jessica Poblete, Maria José Uribarri, Paola Rodríguez, Claudia Yáñez, Jennifer Ramírez y Gloria Rojas. Y como es costumbre, formidable desempeño actoral y vocal del Coro del Teatro Municipal dirigido por Jorge Klastornik, en una obra que les exige bastante despliegue escénico.

“Mahagonny” ofrece innegables alcances e interpretaciones sociales y políticas, lo que la hace muy tentadora y llamativa para cualquier director de escena. La producción de este debut en Chile corrió por cuenta de un equipo de artistas argentinos que ya se ha ganado un prestigio indudable en el medio operístico chileno con otros importantes y elogiados estrenos del siglo XX en el Municipal, encabezado por el régisseur Marcelo Lombardero, con escenografía y proyecciones multimedia de Diego Siliano, vestuario de Luciana Gutman, iluminación de José Luis Fiorruccio y coreografía de Ignacio González. Considerando las dificultades escénicas que presenta un título como este, que debe hacer justicia a los requerimientos teatrales de Brecht, la propuesta de Lombardero y sus artistas, que se ambienta en un marco contemporáneo, fue en general efectiva y funcional y supieron resolver problemáticas como los distintos dispositivos que deben ir enunciando a modo de letreros lo que va a pasar en escena, el uso de imágenes de video y multimedia que muestran tanto transiciones narrativas como el arrasador avance de un huracán, y el tránsito de cantantes y coro entre la platea y el escenario.

A pesar de los aciertos, que incluyeron algunas escenas que simulaban ser registradas en un estudio de televisión para vender una imagen idílica y diferente a la realidad, el montaje aún parece requerir de mayor unidad como concepto escénico, ya que no siempre se percibió total conexión y fluidez entre las distintas escenas, lo que incidió en un ritmo irregular y momentos más confusos y menos logrados o que no se saque total partido a otros (como cuando durante el juicio al protagonista se evoca la venida de Dios a Mahagonny). También hay recursos que Lombardero ya ha usado más de una vez en otros montajes en Chile, por lo que se sienten un poco repetidos, como las bailarinas en el caño que ya empleó el año pasado en “The Rake´s Progress” en el Municipal, y este año en su “Don Giovanni” en el Teatro Regional de Rancagua. Hay ciertos detalles de iluminación, así como en el cambio de una escena a otra, que no convencieron por completo, pero es probable que todo esto vaya evolucionando y puliéndose con el transcurso de las próximas funciones, y que esta percepción, por supuesto absolutamente subjetiva y personal, pudiera modificarse.

Pero a pesar de esos reparos, lo triste, lo subversivo, lo jocoso, lo irreverente, lo cruel, lo vulgar, lo erótico, lo doloroso, todo lo que encierra “Auge y caída de la ciudad de Mahagonny”, de todos modos se hizo presente en mayor o menor medida, y el marco musical es tan potente que de todas formas amerita recomendar no perderse esta obra en el Municipal. Las últimas dos funciones con elenco internacional serán el martes 28 y jueves 30. Además habrá dos funciones con otro reparto, el llamado elenco estelar, el miércoles 29 y viernes 1 de julio.