Actualmente las construcciones que realizamos los humanos no son tan resistentes como solían serlo hace miles de años. Los edificios actuales duran apenas algunas décadas y se dañan rápidamente, mientras que hay estructuras levantadas por civilizaciones antiguas que se han conservado relativamente bien durante milenios.

Uno de estos casos es el del Imperio Romano o Roma Antigua, que hace alrededor de dos milenios erigió varias edificaciones que, tras todos estos siglos, se han dañado bastante pero aún así continúan en pie.

La razón de que sus construcciones fuesen tan duraderas era desconocida… hasta ahora.

Una nueva investigación publicada en la revista científica American Mineralogist determinó cuál era el secreto de los romanos para que las edificaciones que se encontraban junto al mar duraran tanto y no sufrieran de erosión pese a estar en contacto permanente con el agua.

La respuesta se hallaba en los componentes que usaban en la mezcla de concreto, que incluían ceniza volcánica, cal, agua de mar y un mineral llamado tobermorita de aluminio.

Dichos componentes provocan que el concreto se endurezca con el paso del tiempo y previenen la aparición de grietas, gracias a la forma en que reacciona la mezcla mineral al entrar en contacto con el agua de mar.

Coliseo romano | Quiquefepe cc) en Flickr
Coliseo romano | Quiquefepe cc) en Flickr

Según explicó la revista Time, en esa situación la mezcla comienza a desarrollarse y se adhiere a las rocas, principalmente gracias a la ceniza volcánica y a la tobermorita de aluminio.

Eso es totalmente opuesto a lo que ocurre con el hormigón moderno que se usa en las construcciones, el cual sufre erosión y se deteriora rápidamente al estar junto al mar en vez de fortalecerse.

En ese sentido, Marie Jackson, académica de la Universidad de Utah que lideró el estudio, relató que “contrario a los principios modernos de concreto basado en cemento, los romanos crearon concreto basado en roca que se desarrolla al entrar en contacto con el agua de mar”.

“Para producir el concreto, observaron que la ceniza volcánica cambia”, añadió.

Este descubrimiento podría ayudar al mundo moderno a realizar construcciones que sean más amigables con el medio ambiente que el cemento, el cual emite dióxido de carbono a la atmósfera.

El único problema es que “no tenemos muchas de esas rocas en el mundo actualmente”, indica la investigadora, pero agrega que podría “crearse un sustituto”.