Sensores cardiovasculares para prevenir infartos con antelación, una cura para todas las gripes o una aplicación para monitorear 24 horas el embarazo: parece un futuro utópico pero en poco tiempo podría ser realidad gracias a los mejores innovadores europeos.

Una veintena de ellos se reunieron a finales de noviembre en Barcelona, en un encuentro para innovadores menores de 35 años organizado por la revista MIT Technology, del prestigioso Massachusetts Institute of Technology de Boston (Estados Unidos).

Tras debatir sobre sus respectivos proyectos, la conclusión era unánime: las nuevas tecnologías permitirán una revolución en la medicina, capaz de prevenir enfermedades u ofrecer una atención personalizada y telemática al paciente.

Uno de los contribuyentes es el francés Franz Bozsak, creador de un diminuto sensor, diez veces más pequeño que un pelo, para acoplar dentro de los estents, unos tubos diminutos que se colocan dentro de los vasos sanguíneos obstruidos para permitir la circulación.

Mediante una medición eléctrica, este artilugio puede detectar si se vuelve a formar un coágulo que bloquee de nuevo la circulación sanguínea en la vena o la arteria intervenida y comunicarlo.

“El paciente tendría un pequeño dispositivo en casa que lo monitorizaría y podría mandarle alertas si algo va mal”
, explica Boszak.

Otros proyectos similares son el “Pregnabit”, de la polaca Patrycja Wizinska-Socha, que permite una supervisión experta del embarazo durante las 24 horas, y el espirómetro inteligente “MySpiroo”, del también polaco Lukasz Koltowski, que permite a las personas controlar problemas pulmonares a través de su teléfono móvil.

“Esta interconectividad acorta mucho los tiempos de reacción” y en el día de mañana “permitirá reducir la saturación de los hospitales” facilitando los diagnósticos a distancia, explica Samuel Sánchez, especialista en nanorrobótica del centro IBEC de Barcelona.

En su laboratorio, trabaja en la creación de un sensor flexible para el lacrimal que permita detectar patologías únicamente identificables a través de las lágrimas del paciente.

También encapsulan bacterias beneficiosas del organismo humano para poder teledirigirlas a las zonas del cuerpo donde sean necesarias y combatir otras bacterias dañinas o fabrican nanorrobots para transportar de fármacos hasta dentro de las células.

“Ahora mismo, la tecnología biomédica va muy por delante de la sociedad”, asegura, destacando los problemas éticos, culturales y de privacidad que pueden conllevar estos avances.

“Será necesaria mucha educación y conscienciación. Ahora mismo ya se pueden hacer telecirugías pero habrá que convencer al paciente de qué le va a operar un robot controlado a distancia”.

Vencer a la gripe

Otras de las innovaciones son menos problemáticas en este sentido. Es el caso del proyecto TherVira de la polaca Katarzyna Kaminska, que trabaja en una cura para el virus de la gripe, independientemente de su cepa.

“La gripe infecta a un 10% de la población mundial cada año y un 30% de los niños. Cinco millones de estos casos se vuelven graves y unas 500.000 personas mueren. Es una infección muy simple pero no tenemos un fármaco real contra ello“, se indigna esta bioinformática.

Ella quiere impedirlo atacando directamente a una enzima clave presente en todos los virus de la gripe. “Debería funcionar en todo tipo de cepas porque es una parte que no cambia fácilmente. Es una parte crítica, si la bloqueamos, el virus no puede desarrollarse”, señala.

Además de este nuevo enfoque, Kaminska también innova en el proceso de experimentación empleando sus conocimientos de bioinformática.

Su equipo desarrolló un programa informático capaz de rastrear la enorme base de datos de componentes químicos usados en fármacos, seleccionar los más adecuados y simular sus efectos ante el virus de la gripe.

Aquellos que en la simulación informática dan resultados positivos, se llevan al laboratorio real para probar su efecto con células humanas infectadas por la gripe. Con este proceso, ahorran mucho tiempo y costes a su investigación.

El encuentro de Innovators Under 35 reconoció su labor con el premio a la innovación de mayor impacto social, destacando que de conseguir su fármaco “se podrían evitar los contagios y atenuar los síntomas de la gripe”.