El pasado viernes 20 de enero, al asumir su cargo el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se presentó ante la humanidad el primer acto de lo que promete ser un drama decisivo cuyo desenlace puede ser hermoso y feliz, pero también puede ser desastroso.

Con la orquestación, el financiamiento y el transporte proporcionados por los patrocinadores de la derrotada Hillary Clinton, el mismo viernes estallaron disturbios furibundos en Washington, con destrucción de vehículos y vitrinas, y más de 200 encapuchados detenidos, aunque el número de los manifestantes fue muchísimo menor de lo que se había previsto.

Pero el sábado sí fue muy grande, la movilización anti Trump presentada en términos de defensa de los derechos de las mujeres. Al menos en Estados Unidos, se estima que la movilización de las mujeres, bautizada la Sisters March, o Marcha de las Hermanas, en Washington superó las 200 mil personas.

En Los Ángeles, la policía se abstuvo de entregar sus propias cifras, pero según los organizadores se habrían reunido 750 mil personas, en su mayoría mujeres, pero se abstuvieron de realizar un desfile por la ciudad.

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