En todo el Tercer Mundo, siempre se ha dicho que en Estados Unidos no hay golpes de Estado, debido a que allí no hay embajada de los Estados Unidos.

Sin embargo, mientras se acerca la toma del mando presidencial por Donald Trump el 20 de enero, la gran prensa sumisa a los grandes avisadores ha seguido elevando hasta la estridencia el tono escandaloso, en un intento de anular por secretaría la victoria electoral de Trump.

El retumbar incesante de los tambores en los titulares de la prensa, los canales de TV, las radios y las grandes publicaciones en Internet, ya está teniendo por efecto una crispación exasperada en la base social, tanto entre los republicanos que finalmente se volcaron masivamente en favor de Trump, como entre los demócratas, que temen que la directiva de su partido pueda estar atentando contra la institucionalidad política de Estados Unidos.

Es decir, temen que pueda estar armándose un golpe de Estado de esos que llaman “blandos”, porque no incluyen participación militar. O sea, un golpe de Estado como el de Brasil o el de Paraguay.

Y entre los demócratas asustados y enojados se cuentan aquellos que apoyaban la candidatura de Bernie Sanders y sienten que el partido los traicionó designando fraudulentamente la candidatura de Hillary Clinton.

Escucha la crónica de Ruperto Concha.