Hace poco, en un foro sobre política internacional en la venerable Universidad de San Marcos de Lima, un premio Nobel de Literatura comentó que se está exagerando la importancia de los países del Medio Oriente. Según él, los grandes temas que hacen crisis dependen de las decisiones que tomen las grandes potencias, y no unos cuatro gatos musulmanes que se dedican a odiarse mutuamente.

Como fuere en estos momentos, y en este tan gatuno mes de agosto, son justamente esos cuatro o cinco gatos del Medio Oriente Islámico, los que están protagonizando el Tercer Acto de la tragicomedia de una nueva Guerra Fría entre Estados Unidos y Rusia.

Entre las más estrambóticas noticias de esta semana, se cuenta la explicación que dio el general estadounidense Charles Cleveland, respecto de una compañía de comandos destacada para aplastar a los insurgentes talibanes de Afganistán. Los comandos estadounidenses entraron en combate pero tuvieron que retirarse con tanto apuro que dejaron abandonadas armas, municiones y equipamiento tecnológicamente muy valioso, además de efectos personales que incluían documentos de identidad.

El general Cleveland admitió los hechos, pero destacó que los comandos habían tenido que combatir heroicamente contra fuerzas muy superiores. Pero enfatizó que no había sido una derrota.

En cuanto al armamento, equipos y documentación que quedó en manos de los talibanes, el general Cleveland dijo que se trataba de salvar la vida de los soldados, y eso vale más que las pérdidas materiales.

Bien dicho, ¿no es cierto? Las tropas se retiraron muy rápido, abandonando material de guerra para salvar sus vidas. Pero según el general eso no fue una derrota. Bueno, eso es lo que se llama “un estrambote”. Una frase estrambótica. Una frase con un agregado que suena chistoso o absurdo, sobre todo cuando cierra una declaración que trataba de ser seria.

Escucha la crónica completa de Ruperto Concha a continuación: