Se acerca el día del padre y además de los tradicionales saludos de quienes se acuerdan de su progenitor especialmente ese domingo, se que leeré saludos hacia mujeres que han sido “padre y madre a la vez”. Lo sé porque me lo han escrito. Incluso en alguna oportunidad cometí el desatino de decírselo a alguna amiga.

Mi único hijo cumplió hace poco seis años y vivimos hace más de dos años solos. Depende de mi y hablo más allá de lo económico. Su desempeño escolar, su integridad física, su salud (…) es resorte mío, ya que si bien cuento con el apoyo de mis padres en sus cuidados, los aspectos que mencioné son de exclusiva responsabilidad mía.

Francisco -como muchos otros niños- ve a su padre fin de semana por medio, instancia en la que tiene acceso a medios de entretención electrónicos, televisión hasta altas horas de la noche, alimentación contraria a su régimen médico (tiene un problema de salud que le obliga a llevar una dieta especial) y además no se le imponen deberes.

Con esto no quiero sonar a la mamá mala onda ni quiero quedar como una sargento. Sólo busco graficar lo distintas que son las formas de criar y de educar. Como su padre es débil en ese aspecto, yo debo reforzar y a veces siento que se me va la vida en eso, sin disfrutar lo suficiente de la etapa que atraviesa, pero alguien debe hacer “el trabajo sucio”.

Corro como muchas de ustedes todo el día. Llego a casa y lo primero que me pregunta Fran es: ¿tienes muchas cosas que hacer? Porque obvio, lo que más quiere, es estar conmigo de forma exclusiva y sin obligaciones.

Aunque necesita su ropa limpia, comida, que su cama esté ordenada y la casa limpia, el no valora la satisfacción de esos requerimientos como si lo hace cuando por ejemplo el papá le compra el juguete de moda o lo ayuda a pasar de etapa en el play station.

Yo no juego play, no veo fútbol, no le pego a la pelota y tantas otras cosas (si, soy fome) por las que no merezco ser saludada.

No reemplazo a nadie ni hago de padre. NO PUEDO. NO TENGO COMO. Considero que un padre es necesario e irreemplazable. Claro, hay casos en que no se cuenta con él por motivos de fuerza mayor, pero aún en esas situaciones una mujer no puede ocupar ese lugar. Ocupa si uno doble, triple o cuádruple porque todo el peso recae sobre sus hombros.

No me diga feliz del día del padre porque yo sólo cumplo con mi deber de madre y ese es velar por el desarrollo y la felicidad de mi hijo, que no cuenta con un padre a la altura de sus requerimientos y necesidades. Aún así, es su padre y seguro en esta primera etapa de formación seguirá siendo su héroe.

No me diga feliz día del padre, porque por más que uno de ellos ame a su hijo y vele por su integridad, nada se compara a la maternidad: dar a luz y a sentir ese vínculo de por vida es inigualable.