Actualmente hay personas que de los asuntos públicos nada les importa, ni la patria, ni el Estado, menos la política a la que no dan valor, viven el día el día, tal vez, algo de inquietud les provoca la retórica incendiaria de Trump por su impacto global. Es el desencanto y la desconfianza hacia los asuntos públicos y la política.

Asimismo, a muchos personeros solo les mueve la figuración individual no importando cómo se consigue. Así se desprecia la coherencia en las ideas y principios, y las conductas se tiñen de oportunismo, en que una persona sostiene la posición A y al rato esta en lo contrario; un día pertenece a un Partido y al siguiente esta en el otro.

Por ello, recordar hoy a Bernardo O’Higgins, en su natalicio, permite revalorar el esfuerzo de un hombre joven, vinculado por el alto rango de su padre al despotismo del poder colonial y por su madre a las familias sometidas del mundo rural que humilladas en su dignidad, sufrían los abusos propios de la servidumbre medieval, proveyendo descendencia fuera de matrimonio, los “guachos”, a los representantes de la monarquía.

El padre de la patria conlleva en sí mismo el cruce de razas, las tensiones culturales e ideológicas y los diversos orígenes sociales de su época, que conmovieron su juventud, en un incesante esfuerzo intelectual, y a la postre, le posibilitaron trascender sus raíces y su tiempo, haciéndose parte de la historia.

O’Higgins, en esencia un mestizo que desde su vital y contradictoria condición humana se integra a la causa libertadora, formando una milicia campesina que incorpora al Ejército patriota en formación, se entrega con pasión a la causa de crear una nueva nación, dotándola de un Estado nacional, capaz de asegurar la cohesión necesaria de su sociedad para la proyección histórica de ese Chile que recién nacía.

Valorarlo como actor fundamental en la Independencia nacional, no significa desconocer el rol crucial de José Miguel Carrera, Manuel Rodríguez, Juan Martínez de Rosas o Camilo Henríquez, irremplazables en sus respectivos aportes a la brega emancipadora. Fuese en el ámbito de las ideas o de las armas, llevando el periódico Aurora de Chile, batiéndose oculto o a campo abierto ninguno de ellos podía faltar.

De modo especial, la contribución de los hermanos Carrera fue principal; en todo caso, las batallas que los unieron y las pugnas que los separaron seguirán siendo materia de estudios y controversias inevitables, pero forman parte de ese abigarrado conjunto de voluntades y pasiones de una tarea histórica que iba más allá de cada uno de ellos.

Entonces, el valor de O’Higgins es su ruptura con el orden colonial, salir de la cáscara oligárquica y trascender a luchador de la causa emancipadora, compromiso que lo lleva a los campos de batalla como intrépido soldado e infatigable caudillo militar. Luego fue clave su aporte para crear los cimientos del nuevo Estado, del que fue principal fundador.

O’Higgins destituido, va al Perú sin abandonar su visión independentista. Aquella que lo hizo abrazar la causa patriótica sin ceder en circunstancia alguna. Nunca renegó de lo que marcó su existencia, jamás hubiera atacado a su patria fuera de ella. Murió en el destierro, pero siempre fue leal a Chile.

En síntesis, su coherente lealtad a la patria que daba sus primeros pasos, fue un compromiso esencial que hizo perdurar sin claudicar, a pesar de la adversidad que lo envolvió, a lo largo de su vida. Como patriota y libertador fue consecuente hasta el final. Esa lección está vigente como nunca. Es el valor inigualable de O’Higgins.

Camilo Escalona Medina
Expresidente del Senado
Vicepresidente Partido Socialista de Chile