De la Copa América Centenario, la misma que hace tan pocos días, hiciera de Chile bicampeón de fútbol del continente, quedarán imágenes, emociones y recuerdos imborrables; uno de ellos será la fotografía viralizada en las redes de internet, captada por un atento espectador, en que el seleccionado argentino, Lionel Messi, se ve cercado por el equipo chileno en la disputa del balón, en el partido final de dicha competencia.

En la actitud y disposición de la Selección de Chile se aprecia la fuerza del colectivo.

Ello no significa que carezca de enormes valores individuales. Por el contrario, al finalizar los penales en que se consagro campeón nuestro país, en la Ceremonia de Cierre, tres jugadores chilenos recibieron las distinciones más relevantes: Alexis Sánchez como el mejor jugador, Claudio Bravo como el mejor arquero y, Eduardo Vargas como el máximo goleador del torneo.

Además, hay clara coincidencia en los comentarios especializados en afirmar que Arturo Vidal es uno de los jugadores más completos del mundo, que lo mismo se puede decir de Charles Aranguiz; asimismo, son unánimes los elogios hacia Gary Medel y otros defensas nacionales, cuyo trabajo y actuación resultan ser descollantes en el medio futbolístico.

En síntesis, hay valores individuales de la más alta jerarquía.

Se demuestra con ello que lo colectivo y lo individual se pueden unir y entrelazar, que una mirada madura y la voluntad humana necesaria, pueden juntar ambos factores y canalizarlos virtuosamente, orientando sus energías en un mismo y fecundo cauce orientador. Es lo que, en definitiva, ha creado la idea de una generación dorada, la mejor en la historia deportiva de Chile.

Sin la fuerza colectiva los valores individuales no podrían rendir a tan alto nivel, y sin la potencia individual de sus miembros y figuras, el equipo no alcanzaría la potencia y vigor que lo lleva a tan pleno rendimiento. Al país le toca el beneficio de la complementariedad de ambos ingredientes.

En un mundo lleno de individualismo, en que se distorsiona hasta lo increíble, lo que vale cada cual, no hay que caer en el menoscabo de lo que cada persona es como un aporte original e irrepetible al avance social; cuando de un lado se adora la mercantilización o de otro se cae en la deificación del Estado, se va por mal camino.

La contribución de cada ser humano resulta esencial, los logros de la selección nacional no serían posibles sin la reciedumbre y la energía de cada uno de sus valores individuales, sin embargo, se ha constituido en un fenómeno nuevo, hasta ahora desconocido por su magnitud y capacidad por Chile, que alcanza su plena potencia en esta generación dorada, al adquirir la formidable fuerza de lo colectivo.