Luksic quedó en deuda

Ante las cámaras, el poder y el poderoso se encarnan, se banalizan, se parecen a mi o a cualquiera y uno puede imaginarse a Luksic, despojado de toda aura, pujando con todo su cuerpo reblandecido en el wáter. Se acaba el miedo, se acaba la distancia majestuosa y empezamos a pensar, no en su potencia, sino en sus razones.

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