El fútbol no solo es ejemplar, sino que parece ser una exageración de los mismos males que afectan a las personas como consumidores y ciudadanos en todos los ámbitos de la vida social. Los hinchas y el público pagan cada vez más por el producto y reciben cada vez menos. Como en el papel confort. La prioridad policial solo ha instaurado un juego de “pacos y ladrones” en el estadio, un corre que te pillo y una versión pandillera y patética de los juegos de recreo de los liceos de niñitos hombres, como decían las abuelas.
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