La campaña con que Michelle Bachelet accedió al gobierno sintonizó con la ciudadanía al presentarse, entre otras cosas, como la que iba a combatir los abusos, después de una larga seguidilla de escándalos que afectaban a los ciudadanos, desde la colusión de las farmacias hasta la de los productores avícolas.
Pero hubo un vacío: se enfocó en los abusos de los privados, no queriendo ver que también desde lo público, desde el Estado y la política, se cometen abusos.
A estas alturas resulta sospechoso que los principales actores políticos, particularmente los de la Nueva Mayoría, hayan evitado relacionar la corrupción con el concepto de abuso.