Hace unos días se conoció la existencia de ese fondo de los diputados, al que portaban mensualmente, para hacer un colchón del que se sacaban millones para entregarles a los que terminaban su período.
Se argumenta que se trataba de una práctica solidaria, pero eso supone que hay un necesitado de solidaridad: una persona que requiere de la ayuda del prójimo para sobrevivir.
La historia prueba que, por el contrario, la actividad política ha enriquecido a la mayoría de los que la han ejercido. Y que, salvo excepciones, los parlamentarios han terminado más ricos al término de sus períodos de que lo que eran antes de asumir.
Síguenos también en nuestra página de Facebook.