Tiene todo para ser premiada como la mejor obra del año, lo que sería otro merecido homenaje póstumo al gran dramaturgo Egon Wolff (1926-2016), Premio Nacional de Artes de la Representación 2013 (“Los invasores” 1963, “Álamos en la azotea” 1981, “La balsa de la Medusa” 1984, “Papá gorrión” 2011).
“Flores de papel” (1970) resplandece, porque tiene aroma, color y sentido contemporáneo, con la dirección de Marcelo Leonart (“Sobre los mismos techos” 1992, “Encadenados” 1997, “Cuerpos mutilados en el campo de batalla”, 2007, “Noche mapuche”, 2017).
Un aliento que viene en el texto original, sin dudas, por algo es un clásico del teatro chileno. Escrita en los 70, época de plena confrontación de clases, denuncia el arribismo, fustiga a las clases altas, y parece plantear que era posible un cierto encuentro entre mundos distintos, esperanza de cierta convivencia graficada en las ingenuas y humildes flores de papel.
Pero al ser re estrenada en nuestros días, la historia asume las grandes desigualdades, un desequilibrio que no permite siquiera una mínima comunicación.
Sin embargo, conserva y acentúa el ambiente de peligro y amenaza permanente, cuando un elemento desconocido desarticula una entidad más o mens ordenada.
Tal vez, por eso, la historia de amor fracasado entre Eva y El Merluza simboliza a una sociedad carcomida por la soledad y la hipocresía.
Mundo cotidiano actual
Eva es una mujer ya mayor, soltera y solitaria que, al salir del supermercado, acepta que El Merluza, un hombre de la calle, le lleve las bolsas con los productos comprados.
El encuentro se produce en el departamento de ella, sugerido por la iluminación de Andrés Poirot y la escenografía y vestuario de Catalina Devia.
Ella viste de manera cuidadosa y sencilla, entremezcla timidez, desconfanza y personalidad y, poco a poco, va aclarando sus deseos; la vestimenta de él no es la del pordiosero, habla como lumpen, sabe que puede ser asesinado por otro de su calaña y su instinto de conservación es tremendo.
La elección de Mariana Loyola y Alexis Moreno es un logro absoluto: interpretan a dos personajes con la kinética, el habla y, sobre todo, el modo de pensar de hoy.
Colisionan impulsados por las urgencias cotidianas del mundo actual, amenazados por peligros reales o inventados, manipulaciones y deseos frustrados, miedo.
La soledad los estimula, no los inhibe, lo mismo la compasión encubierta y la curiosidad, y tratar de ser lo que no son: están en el precipicio y, seguro, que se empujarán si es necesario para sobrevivir.
Son enemigos de clase, pero no tienen conciencia de sus procedencias; se basan en lo aparente, en prejuicios. Las flores de papel con que se llena el escenario no transportan afectos.
Tal vez lo más perceptible en la sociedad actual, un síntoma que “Flores de papel” revela con ferocidad, tanto ayer como hoy.
Teatro UC. Jorge Washington 26. Miércoles a sábado, 20.00 horas. Entrada general $ 8.000; adulto mayor y estudiantes UC $ 6.000; miércoles populares y estudiantes $ 4.000. Hasta el 18 de Noviembre.
