Esta historia es bien especial: su protagonista se viste de auténtico antihéroe más que extraño en una sociedad cuyos miembros quieren ser lo que no son. Gospodín sólo desea vivir con sencillez, sin ambiciones consumistas ni acumulación de riqueza… Raro.

Sólo quiere pasear a la llama con la que se gana la vida y se siente feliz… hasta que Greenpeace la confisca por maltrato animal, ya que el frío de la ciudad no es su ambiente natural.

Entonces, reacciona de una manera también rara: decide nunca más trabajar, haciendo saltar las alarmas y el alejamiento de familiares y amigos… hasta que le encargan cuidar un maletín con mucho dinero. Allí vuelven a valorarlo.

Ideas y cotidianeidad

El joven y premiado dramaturgo alemán Philipp Löhle (La cosa) recurre al humor que estalla con sorpresa y cierta amargura para fijar su punto de vista en esta comedia negra y acentuar la denuncia del sistema capitalista que ata de pies y manos a las personas.

Al mismo tiempo, le reserva un gran espacio al grito de libertad que lanza Gospodín y que explota cómo expresión de deseo y defensa de este valor irrenunciable, asociado a la dignidad.

Se manifiesta en un montaje que utiliza con efectividad a dos cálidos narradores –Makarena Teke y Guilherme Sepúlveda– que permiten que la obra avance con vitalidad y entregue detalles que van construyendo lo cotidiano, junto con encarnar también personajes que dialogan con el protagonista, que se complementan con imágenes audiovisuales.

Son recursos que asumen la densidad de ideas que propone el autor, propio del teatro alemán, vinculadas con el comportamiento humano y la sobrevivencia en un medio hostil, además de agregar exigencias a la reflexión que se desprende, peso formal que se va diluyendo cuando se conectan en la ficción con la vida humana y el trabajo actoral.

Pablo Schwarz es fundamental para que su personaje se muestre como un sujeto estrafalario, pero posible de encontrar a la vuelta de la esquina, porque cambiar de giro y optar por la libertad es una opción posible para cualquiera.

Con la ya experimentada dirección de Néstor Cantillana, el actor transporta en su cuerpo el impacto que significa para Gospodín llevar en los hombros la defensa de su libertad y no abandonar la pelea, sin tentarse con la acumulación de cosas, sino vivir con lo justo y necesario sin estar sujeto a la permanente obligación de decidir por una y otra cosa superflua.

Dialogar y poner atención en detalles particulares para, desde allí, delinear la estructura social y personal surgen como aristas de gran importancia para autor y director, lo que se nota al proyectarlas en pantalla durante esa especie de entrevista televisiva al pintoresco personaje o cuando Gospodín camina entre las butacas.

Valiosa propuesta escénica sobre una obra alemana que, desde lo cotidiano alude al valor de la libertad frente a las amenazas diarias de la sociedad capitalista.

Teatro de la Palabra. Crucero Exéter 0250. Fono 2 2732 7212. Viernes y sábado, 21.00; domingo, 20.00 horas. Entrada general $ 8.000; estudiantes y tercera edad $ 4.000. Hasta el 18 de diciembre.