El popular cantautor Víctor Jara, no solo deleitó a la sociedad chilena con su música, también dejó talento en las tablas de la Sala Antonio Varas, dirigiendo reconocidas obras teatrales.

A los 21 años, ingresó en el coro de la Universidad de Chile, participando en el montaje de Cármina Burana, comenzando así su trabajo de investigación y recopilación folclórica. Una vez cumplidos los 24 años, se unió a una compañía teatral Mimos de Noisvander, e inició los estudios de actuación y dirección en la Escuela de Teatro de la U de Chile.

El artista es recordado por dirigir obras tan reconocidas como: “Animas de día claro” y “La remolienda”, ambas de Alejandro Sieveking.

Cuando la jornada de ensayo para Víctor Jara era muy extensa, significaba perder el último autobús que lo llevaba a su hogar. En aquellos tiempos, el cantautor vivía en una población periférica de Santiago y la última micro pasaba a las 23.00 horas.

Bajo ese contexto, y en más de una oportunidad, Víctor era autorizado por un compresivo auxiliar para dormir en el camarín número cinco de la sala Antonio Varas de la calle Morandé 25.