Francia está de luto este miércoles por la muerte del “rey del rock” Johnny Hallyday, fallecido a los 74 años de un cáncer de pulmón. Un símbolo para más de una generación y un “héroe” en palabras del presidente Emmanuel Macron.

“Johnny Hallyday se ha ido […] Nos deja esta noche como vivió a lo largo de su vida, con valentía y dignidad”, anunció su esposa Laeticia en un comunicado difundido de madrugada.

“Todos tenemos dentro algo de Johnny Hallyday”, afirmó el presidente Emmanuel Macron, quien llegó a decir que “forma parte de los héroes franceses”.

Pese al frío, sus admiradores se congregaron el miércoles fuera de su casa de Marnes-la-Coquette, al oeste de París, donde la policía desplegó un importante dispositivo de seguridad. “Es como si perdiera a alguien de mi familia”, dijo Gregory Lebas, de 33 años, fan del artista desde los 10.

Las radios y televisiones cambiaron su programación para rendir homenaje al “Elvis francés”, cuya gloria apenas traspasó el mundo de la francofonía.

El ‘Elvis francés’

“Tu alma es puro rock’n roll. Descansa en paz”, tuiteó Lenny Kravitz, mientras que la cantante canadiense Céline Dion recordó a un “gigante del mundo del espectáculo”. La clase política se unió al homenaje a este cantante que hizo vibrar a varias generaciones. El expresidente Nicolas Sarkozy expresó su “gran tristeza” por la muerte de un “gran artista” con una voz “irreemplazable”.

“Todas las generaciones, en todas partes de Europa y en otros lugares, han escuchado y amado sus grandes éxitos que han reconciliado la canción francesa y la música estadounidense”, declaró por su parte Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea.

100 millones de discos

Johnny Hallyday había anunciado a principios de marzo que tenía cáncer de pulmón y había desarrollado metástasis. No quedaban demasiadas esperanzas desde que el artista fuera hospitalizado hace un mes por una insuficiencia respiratoria.

Su esposa había dejado de publicar mensajes en las redes sociales, pese a haber estado encargándose en los últimos tiempos de informar sobre el estado de salud de “Johnny”.

El rockero ya había estado cerca de la muerte en el pasado: en 1966, cuando intentó suicidarse tras la demanda de divorcio de la cantante Sylvie Vartan y, más recientemente, al caer en coma en 2009 a raíz de unas complicaciones que siguieron a una operación.

Con todo, Johnny Hallyday no tiró la toalla. En junio y julio se subió a los escenarios con sus amigos Jacques Dutronc y Eddy Mitchell con motivo de la gira “Viejos canallas”. Si bien al principio se le veía algo debilitado por la quimioterapia, parecía cobrar fuerza a medida que avanzaban los conciertos como si la energía del público le impulsara.

Tras 57 años de carrera, el cantante estaba trabajando en un nuevo álbum.

Con más de 100 millones de discos vendidos, “el ídolo de los jóvenes” -y más tarde los menos jóvenes- atravesó varias épocas: la de los inicios del rock’n’roll, donde se perfilaba como un “Elvis Presley” a la francesa, los años yeyé y los de la música ligera con Michel Berger o Jean-Jacques Goldman en los años 1980… Antes de regresar, feliz, a los orígenes del blues y del rock en los últimos años.

Desde su primera canción grabada en 1960, “T’aimer follement”, el rockero dio voz a multitud de éxitos, como “Souvenirs souvenirs”, “Le Pénitencier”, “Noir c’est noir”, “Retiens la nuit”, “Que je t’aime”, “Gabrielle” o “Ma gueule”, entre otros.

Excesos y amores

A lo largo de una vida acelerada, con sus accidentes, sus excesos divulgados por la prensa, sus matrimonios tormentosos y mediáticos (con Sylvie Vartan y Nathalie Baye, con quienes tuvo un hijo y una hija, respectivamente), sus casas en Suiza y en Estados Unidos -mientras afloraban las acusaciones de exilio fiscal-, “Johnny” se convirtió en mucho más que un artista.

Una leyenda viva para unos, un personaje molesto para otros.

“Mi vida ha sido un túnel de sufrimientos, donde no siempre me sentía en armonía conmigo mismo, viviendo el día a día, torturado por el miedo al mañana”, confió en 2014 a la revista Télérama.

Unos “sufrimientos” que olvidaba, no obstante, cuando regresaba al estudio o se subía a un escenario, para, hasta el final, “ser Johnny Hallyday”, lo que, según él, ya era de por sí “un oficio”.