El próximo 21 de abril se cumple un año de la muerte de Prince, el legendario músico y productor que con su obra transformó para siempre el pop. Desde entonces, varias cosas han cambiado: su catálogo está disponible en internet y plataformas streaming (medida que rechazó siempre), y su mansión (el complejo Paisley Park, al que no dejó a nadie acercarse), se luce como museo de peregrinación mundial para fanáticos y curiosos. De aquel lugar, surgen ahora nuevas informaciones del fallecimiento.
Según el portal de espectáculos TMZ, que cita a autoridades forenses de Minnesota e informes jurídicos del mismo distrito, la policía encontró bolsas con pastillas repartidas por toda la casa. Los documentos hablan (textual) de “bolsas Ziploc” repletas de píldoras, además de sobres con analgésicos y opiáceos.
La investigación determinó, además, que el guardaespaldas del hombre de “Kiss” acudió a una farmacia de Walgreens el día anterior al deceso, con el fin de comprar recetas de Percocet (fuerte analgésico de la familia de las oxicodonas). Sobre este ítem, otro aspecto relevante: Prince recibía recetas médicas bajo otros nombres, con el fin de resguardar su privacidad. Esto fue confirmado por Michael Todd Schulenberg, doctor que trató a Prince.
Uno de los seudónimos del músico para este cometido era Peter Bravestrong, el mismo nombre que hallaron en una maleta secreta, que según TMZ contenía botellas de píldoras junto con las letras de la canción “U Got the Look”.
También se confirmó otro mito: Prince recibía inyecciones de B12 antes de sus conciertos, algo que fue visado por sus representantes.
Del mismo informe, un enigmático dato: Prince no usaba teléfono celular, según TMZ, porque se sentía espiado. Una vez lo hackearon y desde ahí no confió más. Sólo se comunicaba por correos electrónicos y teléfonos fijos, hasta su muerte, que según el informe forense fue causada por una sobredosis del analgésico Fentanyl.
