Desde el regreso de la Democracia, y con la promesa de terminar con el “apagón cultural”, se ha construido mucha infraestructura cultural en el país.

Desde la remodelación de la Estación Mapocho, Matucana 100, la Biblioteca de Santiago, el GAM, el Centro Cultural Palacio La Moneda, el Teatro Municipal de Temuco, el Teatro Regional de Rancagua, el Parque Cultural de Valparaíso, el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, centros comunales, y un larguísimo etcétera para completar una lista inmensa.

Pero después de esa larga lista, la pregunta es ¿Qué se ha aprendido, qué enseñanzas se han sacado, en qué se ha mejorado la concepción, el diseño, la construcción y la puesta en marcha de esta nueva infraestructura?

Tenemos la certeza que se ha aprendido poco porque no se han hecho estudios serios, multidisciplinarios y comparativos de la infraestructura cultural del país (y sospechamos que tampoco se ha hecho respecto a otra infraestructura, como por ejemplo de los aeropuertos).

Es urgente entonces hacer un estudio global de la infraestructura cultural del país para dejar de cometer errores que son muy costosos. Costosos a la hora de construir y en el posterior funcionamiento, sumando un pesado lastre a los siempre dificultosos financiamientos asociados a la cultura.

Analizar la infraestructura requiere especificar los conceptos culturales que inspiran el proyecto, analizar la propuesta cultural, la pertinencia del diagnóstico previo (si es que se realizó), las características y potenciales del territorio donde se emplaza (qué recursos y oportunidades ofrece el entorno donde se emplaza), la propuesta de gestión, el programa, el proyecto arquitectónico (si ha respondido a lo requerido, si es flexible para posibles cambios, pregnancia o imagen, etc), la puesta en marcha y la gestión de la infraestructura, análisis de costos (porcentaje en aseo, seguridad, iluminación, aire acondicionado, mantención física, etc., de personal administrativo, parrilla cultural, etc., como de ingresos por entradas, aportes privados, etc), los ajustes en la implementación y los problemas detectados.

Los análisis a realizar deben ser posibles de comparar, para generar ciertos parámetros que puedan servir para futuros proyectos o para mejorar la infraestructura existente.

Museo Violeta Parra, EM (c)

Tenemos la sospecha que buena parte de la infraestructura cultural del país es mediocre, con serias deficiencias que atentan contra su buen funcionamiento. Incluso que algunos de ellos, como el Museo de la Memoria (donde las oficinas no cuentan con luz natural, la cafetería y la tienda son muy pequeñas y mal diseñadas, donde la orientación del edificio y sus recintos generan serios problemas con la luz solar, etc), el Centro Cultural la Moneda (sin un acceso, circulaciones y distribución claros, con dos salas separadas lo que “divide” exposiciones que son unitarias, con una gran dificultad para manejar el espacio central, etc) , el Museo Violeta Parra (que no sólo es ajeno al espíritu de la cantautora, es rígido, no tiene pregnancia, no se pueden apreciar de buena forma ni sus arpilleras, ni el documental ni escuchar bien su música, a pesar de estar diseñado expresamente para ello, como tampoco permite actividades temporales más allá de un auditorio muy convencional) o el Parque Cultural de Valparaíso (con un acceso que no tiene espacio para disponer de un buen servicio de informaciones y de acogida –por ejemplo cuando llegan delegaciones-, que se debe atravesar completo para llegar a la nueva construcción, que atentó contra la memoria al vaciar el antiguo pabellón de celdas, que presenta una arquitectura muy rígida funcionalmente, etc.), tienen problemas graves, desastrosos, que hace muy difícil su funcionamiento a pesar de tener propuestas de calidad o de la excelente ubicación de algunos de ellos…

Parque Cultural de Valparaíso (c)

Tener buena infraestructura cultural implica tener ideas y concepciones claras respecto al tema y la sociedad, entender y conocer los territorios y las comunidades donde se instalan, generar propuestas que respondan a los puntos anteriores y diseñarlas y construirlas bien. Y todo lo anterior para recién en ese momento empezar el gran trabajo de hacerla funcionar… Requiere de espíritus inquietos y críticos, interesados en escuchar, y mucho trabajo riguroso y disciplinado.

Pero sospechamos, y en algunos casos sabemos, que quienes trabajan en esos lugares no se atreven a hablar. Es decir, que prefieren ocultar los problemas con los que deben lidiar. También es evidente que los profesionales se critican en privado, pero no realizan discusiones serias y profundas sobre sus oficios, donde compartan aciertos y errores, en un sano afán por el aprendizaje y el desarrollo en común. En Chile es mal visto hablar de los errores, perdiendo la posibilidad de aprender de ellos y evitar repetirlos.

GAM (c)

Es difícil financiar la cultura. Y es mucho más difícil cuando se cometen errores y se siguen repitiendo por negligencia.

La cultura es esencial para el desarrollo, es un tema serio que requiere ser enfrentado en forma rigurosa y multidisciplinaria. Basta de entender la cultura como un tema de “artistas” (en forma peyorativa), como algo menor, una especie de “divertimento” que sirve para entretener masas y deleitar una pseudo elite semi-instruida.