Durante muchos años se han estado destinando grandes sumas de dinero para financiar cine chileno, lo que ha llevado a tener una buena cantidad y calidad de cintas nacionales cada año. Pero los espectadores siguen siendo muy pocos.

Sin embargo, si se quiere aumentar el número de espectadores uno de los puntos a abordar es generar audiencias, y eso debiera hacerse desde los primeros años. Es decir, acostumbrar desde muy corta edad a mirar cine local.

La idea entonces es financiar en forma especial cine destinado a niños. Y eso se puede hacer simplemente direccionando parte del financiamiento que actualmente que se realiza a través del CNCA, la Corfo o el BancoEstado.

En la historia del cine chileno hay muy pocas producciones destinadas a niños (vale destacar Un caballo llamado elefante, estrenada el año pasado). ¿Cómo se pretende que los chilenos vean cine chileno si se han “educado” viendo Disney, cine de Hollywood o animé? (y televisión)

Así como se ha apoyado la creación de cine “adulto”, lo que ha resultado –después de algunos años- en cine de calidad y en buena cantidad, invertir en cine para niños resultará en buen cine para ese segmento además de aportar material para formar audiencias desde la infancia.

No se puede seguir fomentando la industria nacional del cine si, al mismo tiempo, no se fomenta la formación de una audiencia para éste.

Esta iniciativa sólo dará fruto después varios años. Además debe ser cuidada y supervisada desde un inicio, ya que una mala experiencia de los niños puede ser contraproducente, al generar el efecto contrario al deseado.

Un buen cine para niños implica incorporar especialistas de otras áreas, que permitan adaptarse a las necesidades de los distintos segmentos etareos que conforman la infancia y la pubertad. Es posible que, junto con el apoyo financiero, se deban crear instancias de acompañamiento desde el Estado o a través de universidades que ayuden a los cineastas.

Un punto a considerar: los niños van mucho al cine. Son un grupo fundamental en la industria (es cosa de ver la cartelera cinematográfica durante las vacaciones de invierno).

La mayor dificultad es que se requiere de constancia y de criterios y procesos claros. Se necesita el tiempo, los recursos y un trabajo serio que permita generar los profesionales, los equipos y los conocimientos que se requieren para lograr películas de calidad.

Se necesita una política pensada para (y con) las personas, los creadores y los productores, y no sólo para estos últimos.