Dominadas el hambre, la peste y la guerra por la tecnología, los humanos perseguirán ahora la inmortalidad, la felicidad y finalmente, la divinidad.

Por Rafael Guiloff 

Así como en su anterior superventas global “Sapiens” (2011), el historiador y escritor israelí Yuval Noah Harari, brevemente recorría toda la historia humana hasta la actualidad del hombre, en su libro recientemente publicado “Homo Deus – Breve Historia del Mañana” hace un balance de las perspectivas del hombre del futuro próximo, para el cual, con el avance tecnológico, proyecta un status cuasi divino y una escisión con un devenir propiamente humano, como lo entendemos hasta ahora.

La tecnología, según Harari, ya ha permitido al hombre dominar las mayores amenazas que lo acecharon en su historia previa a saber, el hambre, la peste y la guerra y podrá dedicarse a nuevos desafíos gracias también al vertiginoso avance de la tecnología. Estos nuevos desafíos serían la inmortalidad, la felicidad y la divinidad.

La biotecnología no va a esperar pacientemente que la selección natural haga su trabajo y habrá que decidir qué hacer con las nuevas tecnologías antes que ellas, en su arrollador desarrollo, decidan por nosotros. Vivimos un mundo “en tiempo real”, en el cual los eventos se suceden sin pausa, lo cual nos obliga a convivir con la incertidumbre, imposibilitando prever el futuro y apreciar la orientación de los cambios que vendrán. En estas circunstancias, las ideas de la centralidad de lo humano y del libre albedrío individual, están siendo socavadas desde dentro, por el progreso tecnológico.

La Teoría de la Evolución de Darwin le dio un golpe mortal al concepto de alma, núcleo esencial de las religiones teístas, las cuales fueron sustituidas por el humanismo liberal, basado neurálgicamente en el individuo y la libertad esencial del mismo. Ahora la ciencia no halla al individuo por ninguna parte. No se encuentra un yo permanente que posea los deseos pues las investigaciones nos muestran estados mentales sucesivos, narraciones que, a posteriori, dan sentido a experiencias. Por su parte, se ha demostrado que los deseos y los pensamientos no se eligen sino que afloran. Incluso, se ha visto en el laboratorio, que las decisiones que una persona cree tomar están predeterminadas a nivel biológico, pre consciente y pueden predecirse mediante el instrumental adecuado. Creemos que elegimos pero la decisión está tomada antes que seamos conscientes de ella. La ciencia habría desbancado el ideal liberal de un yo permanente.

Inteligencia “desconectada”

Así como la ciencia ha invalidado los preceptos de las religiones teístas, ahora está descalificando las premisas del humanismo y la palabra sagrada, libertad, resulta ser un término vacío, igual que alma. El supuesto libre albedrío se convertiría en otro producto que podemos comprar. En este contexto, Harari se pregunta: “¿Podrán la democracia, el libre mercado y los Derechos Humanos resistir el aluvión que desbanca el yo?”.

Los humanos estaríamos en serio riesgo de perder todo valor pues la inteligencia se está desconectando de la conciencia. En el mundo que hoy está naciendo y en el futuro, la inteligencia es obligatoria pero la conciencia es opcional. Lo importante es el libre flujo de la información y su procesamiento, mediante algoritmos. Desde esta perspectiva, un ser humano no es más que un algoritmo, como cualquier otro animal o máquina y mucho menos poderoso que los  computadores que se están desarrollando. El poder lo tendrán los dueños de los algoritmos y esto podría conducir a una concentración sin precedentes de la riqueza. Según Harari, iremos hacia el “tecnohumanismo”, generándose una especie de seres superiores imbricados con máquinas que controlarán todo y estarán dotados de enormes poderes de creación y procesamiento, los Homo Deus.

La modernidad es una transacción donde los humanos aceptan sacrificar el sentido a cambio del poder, dice Harari.

El sentido que a la vida del hombre le dan las religiones o el humanismo, centrados en el alma o en el individuo, pierde sus fundamentos ante los nuevos hallazgos científicos. En su lugar emerge un extraordinario poder, nunca antes visto, que dará a los humanos atributos hasta ahora increíbles, los cuales solo podíamos imaginar como propios de dioses, tales como el alargar la vida e incluso anular las causas de la muerte. Las habilidades de los super humanos les permitirán diseñar el futuro y hacerse de los medios químicos o tecnológicos para asegurarse la felicidad.

En sus 496 páginas (de las cuales 70 son bibliografía) Homo Deus (Editorial Debate, Octubre 2016), recorre ágilmente las temáticas que le dan vida, casi con el estilo de las charlas TED, donde Harari ha sido expositor (“¿Qué explica el surgimiento de los humanos?”), al igual que lo fue en Congreso del Futuro 2015, celebrado en Chile. El libro ha sido criticado porque deja más dudas de lo que entrega respuestas. No obstante que el propósito del autor es, precisamente, plantear interrogantes en base a los últimos hallazgos científicos y tecnológicos y especular, fundadamente, acerca de la dirección que adquirirán en un futuro no muy lejano.