A mediados de 1937, el Partido Nazi inauguró en las calles de Múnich, Alemania, dos exposiciones de arte simultáneas. Una de ella destacaba por su prolijidad, dominada por cuadros de paisajes o mujeres desnudas, ensalzando los valores alemanes de la época. Mientras tanto, la otra -opuesta- que se ubicaba en la misma calle, estaba dedicada al arte moderno; abstracto y figurativo.

Hasta ahí todo normal. Sin embargo, la segunda exposición tenía la particularidad de que las obras (que pertenecían a artistas judíos en algunos casos) estaban dispuestas de una manera extraña: torcidas, sin alineación o incluso con graffitis, con tal de que los visitantes sintieran rechazo por estos trabajos.

Galería de arte moderno - Francisco Anzola | Wikimedia
Galería de arte moderno – Francisco Anzola | Wikimedia

¿La razón?

Porque Adolf Hitler simplemente odiaba esta corriente artística. Recordemos que su ilusión de convertirse en artista fue aplastada luego de ser rechazado en dos oportunidades por la Academia de Bellas Artes de Viena.

Esto habría ocurrido en 1907 y 1908, época en la que el mundo artístico prefería el estilo abstracto y moderno, por lo cual sus pinturas de casas de campo o edificios no tenían cabida en ese momento.

Por lo anterior, es posible entender que Hitler sintiera desprecio por esta corriente y quería que el resto del mundo pensara de forma similar.

Adolf Hitler (izquierda) junto a Goering, Goebbels y Hess | Wikimedia
Adolf Hitler (izquierda) junto a Goering, Goebbels y Hess | Wikimedia

Venganza Personal

Finalmente, en 1937, cuatro años después de llegar al poder, el Partido Nazi montó las dos exposiciones antes mencionadas.

Con la de arte moderno se intentaba dar la impresión de que eran trabajos que carecían de valor, y que los asistentes se hicieran la idea de que se trataba casi de una conspiración malévola contra el país.

Sólo unos meses antes, Hitler había señalado que aquellas obras no podían ser entendidas sin un libro de pretenciosas instrucciones, por lo que jamás le llegarían al pueblo de Alemania.

Hitler junto a partidiarios del nazismo en 1930 - Bundesarchiv | Wikimedia
Hitler junto a partidiarios del nazismo en 1930 – Bundesarchiv | Wikimedia

La exposición

En la Exhibición de “Arte Degenerado” destacaban nombres como Oskar Kokoschka, Paul Klee, Max Beckmann y Georg Grosz, entre los 112 expositores (de los cuales 12 eran judíos).

La muestra se encontraba dividida entre las obras que criticaban a los soldados del régimen, y las que pertenecían a artistas comunistas, judíos o aquel que era considerado “blasfemo”.

Sin embargo, además existía un apartado con un llamativo y tendencioso nombre: “sala de la locura”.

Como era de esperar, esta división estaba completamente dedicada a burlarse del arte moderno. En el catálogo de la muestra se especificaba que en las pinturas -o dibujos- no era posible saber qué pasaba, ya que los artistas tenían “mentes enfermas” al momento de plasmar sus ideas en un lienzo, tal como consigna la BBC.

Asimismo, los nazis contrataron a actores, quienes debían mezclarse con los grupos de visitantes a la exposición, para criticar fuertemente aquellos trabajos artísticos, ayudando así a crear un clima de animosidad. Esta muestra fue llevada a distintas ciudades del país a fin de esparcir el mensaje.

La instalación de la Exhibición de Arte Degenerado supuso un escándalo para la época. Muchos acudieron porque respaldaban la visión de Hitler y el régimen Nazi sobre el modernismo, otros sólo por morbo, y hay quienes asistieron teniendo en cuenta que no existiría otra oportunidad para apreciar este tipo de arte en Alemania.

Según se indica, sólo en la ciudad de Múnich, más de un millón de personas asistieron a dicha exposición, lo que superó por tres veces a la cantidad de visitantes que tuvo la muestra de arte “normal y aceptable” llamada Gran Exhibición de Arte Alemán.

Múnich, 1958 - Roger W | Flickr (CC)
Múnich, 1958 – Roger W | Flickr (CC)