En el corazón de un mercado de pulgas de Bagdad, los coleccionistas que sienten nostalgia por la monarquía abolida en Irak en 1958 pujan por reliquias de tiempos pasados.

El subastador Ali Hikmat hace desfilar billetes, monedas, sellos y adornos en la cafetería Al Mudallal. Un centenar de hombres llegados de todo el país siguen atentamente la subasta, sentados en banquetas. Algunos fuman narguilé.

“Entre los clientes hay una cierta nostalgia. Tome los billetes de banco: su fabricación y calidad eran mucho mejor antes, por eso los precios suben“, explica Hikmat, de 52 años.

Este hombre, en el oficio desde 1992, presenta los lotes y lanza la subasta. Hay de todo: billetes de banco y otras piezas, en su mayor parte del periodo real (1921-1958) pero también del comienzo de la república del general Abdel Karim Kasem (1958-1963). Pero nada de la etapa de la dictadura de Sadam Husein.

‘Antes era mejor’

“Claro que sentimos nostalgia del periodo real. Las principales obras construidas en este país se hicieron en esa época, los puentes, las presas y el resto”, asegura Ahmad Kamal, que posee una agencia inmobiliaria en Bagdad.

“El periodo real marca el comienzo del Estado iraquí. Y añoramos ese pasado. Si lo comparamos con hoy, antes era mucho mejor”, añade este hombre de 53 años mientras bebe té.

Una opinión que comparte Saad Mohsen, de 43 años: “Era más democrático y más limpio que ahora”. “Estábamos lejos de la sangre y de los combates”, sostiene este profesor de historia moderna de la universidad de Bagdad.

Desde 1980, Irak vivió dos guerras, una invasión y el advenimiento y caída de los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI).

“El pasado me apasiona y me interesa la historia de mi país a través de los objetos que colecciono desde el periodo otomano hasta la República, pero la época real es mi preferida”, cuenta Husein al Hakim, un comerciante de ropa de 43 años, mostrando con orgullo dos piezas con la efigie de los reyes Gazi y Faysal II, de 1938 y 1953, que acaba de comprar.

‘Mercado de recuerdos’

Hay ventas cada semana en un pequeño local cercano pero la subasta en esta cafetería es excepcional por el número de lotes y sobre todo porque hay que vender todas las piezas, a cualquier precio, lo que permite a algunos hacer negocio, explica Ali Hikmat.

Alaa al Huseini, de 35 años, de la ciudad santa chiita de Nayaf, afirma coleccionar para enseñar la historia del país a sus hijos. “Y el periodo real es entrañable porque es el reconocimiento del Estado iraquí”, en 1932, dice.

Un interés por la realeza puramente sentimental. El aspirante al trono de Irak, Shérif Ali Ben Husein, nunca consiguió un escaño en el parlamento.

“Está claro que el pueblo iraquí reclama el regreso a la monarquía”, dijo él a su regreso a Bagdad en 2003 tras pasar casi toda la vida en el exilio. Unas palabras que se quedaron en letra muerta.

Para Abdel Karim Sabri, de 76 años y a la cabeza de la revista “Mi hobby” especializada en sellos y billetes de banco antiguos, “el pasado es siempre más bello porque está hecho de recuerdos”.

Pero, según él, muchos de los presentes en la subasta no saben gran cosa de la historia del país. “Compran porque tienen dinero y es una buena inversión”.