Miles de dólares o euros de fantasía pueden ser adquiridos a cambio de unos cuantos bolivianos verdaderos desde este miércoles en la fiesta andina de Alasita, declarada recientemente Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco y donde se venden ilusiones en miniatura.

El corazón de La Paz es un hervidero de gente: varios miles de compradores se agolpan detrás de sus sueños, especialmente dinero: dólares, euros y bolivianos, muy similares a los billetes originales, aunque en escala más pequeña.

El centro de la fiesta Alasita (“cómprame” en lengua aymara) es el diosecillo andino de la abundancia Ekeko, representado por la figura de un varón enano, rechoncho y bigotudo, quien carga con todos los productos que el creyente desea.

La tradición dice que adquirir algún bien a mediodía del 24 de enero atrae la suerte. Hay de todo, en pequeño: casas, edificios, autos, motocicletas y dinero, o gallos y gallinas de yeso para que los solteros consigan pareja, sapos para traer la suerte o búhos como señal de inteligencia, todos fabricados por hábiles artesanos.

En ese mundo irreal de la fortuna, se pueden comprar por menos de tres dólares varios fajos de dinero en miniatura que fácilmente pueden sumar 50.000 dólares o euros. Una ley oficial establece que la moneda impresa en el Banco de la Fortuna de Alasita debe tener dimensiones menores a la original de curso legal.

“Es una tradición que tenemos comprar casa o lo que necesitemos”, dice a la AFP Eddy Andrade, quien porta en la mano varios fajos de dinero en una bolsa plástica.

Todos esos bienes son sometidos a inciensos y sahumerios, cuyo aroma dulzón inunda el ambiente, a cargo de chamanes indígenas. Quienes compran algún bien piden la bendición de un brujo, que ruega a los dioses andinos y hasta a la Virgen María que los pedidos sean cumplidos.

“Esta es una tradición que viene desde mis papás, estoy comprando para mis hijos maletas para que viajen, sus pasaportes y si se puede un automóvil para cada uno”, relata en otro punto la señora Carmen Sarmiento.

Patrimonio de la Unesco

La fiesta arranca cada 24 de enero y se prolonga exactamente por un mes, con antecedentes desde la colonización española, aunque el gobierno señala que el diosecillo Ekeko era adorado desde tiempos del imperio Tiwanakota, que tuvo su apogeo entre los siglos XV AC y X DC, alrededor del Lago Titicaca.

La tradición indígena también asocia al ídolo con la siembra y la cosecha, además de que se han encontrado figuras líticas antropomorfas, con joroba y miembro viril sobredimensionado.

Este año es particularmente especial porque la festividad hace gala, por primera vez, de haber sido reconocida en diciembre pasado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.

El presidente aymara Evo Morales, impulsor de ese nombramiento, entregó este miércoles la declaratoria de la Unesco a un comité interinstitucional de salvaguarda de la festividad, conformado por la universidad estatal, la alcaldía, los artesanos y el gobierno.

“Ahora tenemos la oportunidad de que organismos internacionales reconozcan nuestra vivencia y nuestro patrimonio y programamos este acto de entrega de certificados que reconoce la Unesco”, afirmó el gobernante en un acto público.

El comité tiene el fin de promocionar la fiesta, así como el resguardo de todos los símbolos culturales que se acumulan durante años.

La fiesta se replica en varias ciudades del país. Los bolivianos la reeditan en países vecinos como Argentina y el gobierno tiene el objetivo de llevarla incluso a Europa.