Pese a sus siete películas en tan solo una década que lo consagraron en la escena internacional, el chileno Pablo Larraín confesó el miércoles en París que se dedica al cine porque no resultó como músico.

“Acabé haciendo películas porque no podía ser músico. Traté de tocar varios instrumentos (…) pero no me salía la guitarra, ni cantar…”. Pero la música “sigue siendo mi primera pasión”, dijo Larraín en una charla organizada en el marco de un programa en su honor en el centro Forum des Images de París.

Ni siquiera ingresó en el mundo del cine por el deseo de contar historias. “Yo iba a estudiar Derecho, como toda mi familia”, pero al mismo tiempo “me encantaba la fotografía” y la técnica relacionada con ella.

Varias películas le empujaron a tomar ese camino, entre ellas “Fitzcarraldo”, de Werner Herzog, y “Regreso al futuro”, de Robert Zemeckis: “Me pareció increíble cómo en el cine se puede jugar con el tiempo. Y yo acabé haciendo seis películas sobre un periodo” pasado, explicó en inglés ante un público de cinéfilos.

Siete largometrajes después, entre ellos “Tony Manero”, “El Club” y “Neruda”, Larraín ha sido seleccionado en los principales festivales como el de Cannes y Venecia, además de haber recibido tres nominaciones a los Óscar por “Jackie”.

Pero el cineasta y productor -que asegura que no podría ser actor porque prefiere “la seguridad” que le da estar detrás de la cámara- no da consejos.

Pablo Larraín en el Film Independent Spirit Award 2017 en Califorina (febrero) | Agence France-Presse
Pablo Larraín en el Film Independent Spirit Award 2017 en Califorina (febrero) | Agence France-Presse

“El cine se aprende, pero no se puede enseñar”, enfatizó. Aunque admite haber aprendido de Alfredo Castro, su mentor en la escuela de teatro y a la vez su actor fetiche, que en el cine el director debe “plasmar su deseo en la escena”.

Larraín no dio con el éxito a la primera. “Fuga”, que marcó su debut como cineasta, no logró recuperar el dinero que invirtió junto a su hermano, Juan de Dios. “Me dijo: ‘una más y me retiro’ y 15 años después, seguimos [trabajando] juntos y tenemos nuestra propia compañía”, la productora Fábula, explicó con una sonrisa.

Habló sobre su trilogía sobre la dictadura de Augusto Pinochet (“Tony Manero”, “Post Mortem” y “No”), abordada a través de personajes secundarios y a menudo perversos, que ponen al espectador ante una “contradicción moral”.

“Si permaneces cerca de alguien”, aunque sea malévolo, “en un momento dado, acabas humanizándolo, entendiéndolo. El espectador se acaba preguntando por qué siente empatía por un personaje así, y ese proceso psicológico me parece sumamente interesante”.

Aunque no reveló detalles sobre sus proyectos, indicó tener tres entre manos, todos ellos con una mujer como protagonista, algo que solo ha vivido con “Jackie”, sobre la esposa del expresidente estadounidense John F. Kennedy.

Para prepararse para estos próximos personajes, dijo que actualmente “habla mucho” con su madre y “trata de entender” a sus dos hijas.