La película francesa es la historia de una partera (Katherine Frot), cortejada por un camionero, a punto de ser abuela y de perder su trabajo por el cierre de la maternidad donde ha trabajado toda su vida, que se rencuentra con la que fuera la pareja de su padre (Katherine Deneuve) cuando era pequeña.

“El reencuentro” (“Sage femme”, mujer sabia en traducción literal), del director Martin Provost (Séraphine, Violette), es un recorrido por sentimientos humanos intensos, algunos muy íntimos, y, en cierto sentido, femeninos. De mujeres maduras, mayores. Mujeres que han logrado sobrevivir y vivir con sus contradicciones.

Katherine Deneuve hace un notable papel de Beatrice, una mujer elegante venida a menos, amante de la “buena vida” (beber, fumar, apostar a las cartas, comer, etc) que se bate entre carencias materiales y la generosidad, las ganas de vivir y el temor al dolor y la muerte (gatillado por un cáncer que le diagnosticaron), todo ello en un permanente equilibrio precario, sin perder nunca la credibilidad. Todo logrado con gestos mínimos, contrastando con el excesivo maquillaje, el sobrepeso y la ropa un tanto fuera de lugar.

Katherine Frot genera empatía al interpretar muy bien a una mujer dulce en su trabajo, en el trato con las diversas embarazadas, pero sola, seria, que puede llegar a ser muy dura en su vida privada. Cerrada, hasta que llega Beatrice a reabrir esa historia dolorosa que había quedado quebrada cuando ella desapareció.

“El rencuentro” va explorando a las dos protagonistas (en especial a Claire, interpretada por Catherine Prost), haciendo aflorar recuerdos, sus motivaciones profundas, las ganas de vivir, todo ello ritmado por distintos y diversos partos en los que participa Claire. Con ellos se refuerza ese mundo femenino y esa idea constante del transcurrir y renovarse de la vida, reconciliándose con el pasado.

“El rencuentro” es una invitación a sumergirse en un momento de reflexión y contemplación de la vida, especial para quienes no quieran violencia, estridencias o vulgaridad, sino estímulos sutiles, humanos y, en cierta medida, femeninos.