Andrew Warhola (Pittsburgh, 1928- Nueva York,1987), Andy Warhol, es probablemente el artista visual del s.XX más influyente en la vida cotidiana de las personas. Su obra ha sido referencia para diseñar todo tipo de objetos, ropa, para decoración… y como referencia o fuente de inspiración de cientos o miles de artistas visuales de los últimos 50 años.

Si el siglo XX había sido prolífico en artistas rupturistas como Picasso -con el cubismo y su permanente vanguardismo, siendo un artista clásico que se expresó a través de disciplinas tradicionales como la pintura, escultura, dibujo, cerámica- o Marcel Duchamp -con su famoso urinario transformado en obra de arte, diluyendo los límites de las disciplinas de la creación-, Warhol diluye las fronteras entre arte, grandes públicos y consumo (publicidad, producción en serie -una suerte de revolución industrial mezclado con los antiguos talleres de artistas-, etc).

Warhol es el “padre” del Arte Pop (no su creador pero sí la principal figura con la que está asociado), en él no hay separación entre lenguaje artístico y lenguaje gráfico publicitario (otros optaron por el cómic). Sus temas -por la forma de tratarlos- aparentemente pierden contenido y son sólo forma (y la fama de sus retratados). Los retratos de Marilyn Monroe, Elizabeth Taylor o Mao -por mencionar algunos de la larga lista de personajes famosos, condición básica para interesar a Warhol- siguen la misma lógica, tienen los mismos tratamientos.

Mao, carente de toda ideología o simbolismo, no es muy distinto a Alfred Hitchcock. Son personajes famosos que sirven casi de excusa para hacer ejercicios de color, miles de ejercicios de combinaciones de colores, materia en la que Warhol era brillante y experto luego de su exitoso paso por el diseño gráfico y la publicidad. Todo es marca y se transforma en consumo…

Warhol pareciera mostrar la fascinación por consumir (y pertenecer), la angustia del consumismo (que vacía de contenido, todo es apariencia), del “mercado”.

Silla eléctricas

Entre los temas de Warhol están sus famosos retratos (Marilyn Monroe y Elizabeth Taylor probablemente son los más reproducidos y conocidos) y las sopas Cambell.

Sin embargo hay varias series oscuras, como la de cuchillos, pistolas y accidentes. Series de muerte que cruzan casi toda su producción, casi todo su tiempo productivo.

Entre todas esas series, las más destacadas son sus series de la silla eléctrica.

En ellas el artista trabajó sobre una fotografía de una silla eléctrica en una pieza vacía (vacío de la muerte y de la falta del condenado), aplicando distintos colores planos y manchas sobre ella. Existen las Big Electric Chair (1,37 x 1,80 metros), una de las cuales fue rematada en 2014 en 20 millones de dólares, las Little Electric Chair (55.9 x 71.1 cm.) y las Electric Chair (90.2 x 121.9 cm), de las cuáles se expondrán 10 en la exposición “Andy Warhol: Ícono del Arte Pop”, en el Centro Cultural Palacio La Moneda, entre el 14 de junio y el 13 de octubre.

La imagen de la silla eléctrica es inquietante, provocadora, en especial considerando que la pena de muerte era un gran tema de debate cuando Warhol hace estas series (años 60 y 70). Debate todavía vigente.

Pero esa imagen fuerte e inquietante, con esa foto en blanco y negro deslavada -como impresa en periódico de la época- intervenida con colores en grandes manchas, al transformarse en serie, casi en un juego de combinaciones de colores, como un muestrario de combinaciones, se transforma en algo doblemente violento: la violencia de la imagen, de lo que significa, por un lado, y la banalización de la imagen y de su contenido tanto por la intervención como por su repetición, por la aparente función instrumental de la imagen.

Warhol nos provoca porque, en el fondo, no sabemos a qué atenernos. No sabemos qué de lo que dice es simple provocación, anhelo, creencia o simple desesperación de un creador brillante que surgió de una familia inmigrante muy pobre, con muchas carencias y miedos, y una capacidad inmensa de camuflarse, de ocultarse ocupando el centro de la vanguardia, de las luces, rodeándose de famosos. Con la muerte casi siempre ahí.