La primera película de Martín Pizarro Veglia presenta tres interesantes historias independientes que se van desarrollando en forma paralela -e intercaladas- generando diálogos y efectos espejo entre ellas, y el tema que las une: el deseo creativo frustrado, la lucha por superarse y los peligros que acechan.

La película, que se estrena hoy en salas alternativas, presenta en forma intercalada tres historias independientes con un tema central común: personas amantes de la creación (un escritor de biografías que no logra hacer un libro con temas propios; una pianista que colapsa en todas sus audiciones y un joven que trabaja en computación que anhela ser director de orquesta) pero que no logran realizar sus sueños.

Son tres historias que se van desarrollando en forma paralela, generando el suspenso (más allá del que aporta cada historia), la tensión de cuándo se juntarán, cuándo se mezclaran. Pero el lo que “junta” a las tres historias es la frustración, los sueños y anhelos que, deseándolos fuertemente, no somos capaces de realizar por distintos tipos de dificultades y miedos.

Crisis aporta, frente a los problemas que plantean sus historias, salidas diferentes, así como también plantea peligros muy diversos.

En este sentido, la historia escrita por Javier Muñoz, Vicente Rosselot y Martín Pizarro resulta muy atractiva e interesante. El problema es que, junto con ello, es muy difícil de realizar de buena forma, de equilibrar personajes e historias complejas, que se juegan en detalles, con límites en las tensiones muy sutiles.

Crisis es una buena y compleja propuesta. Sin embargo su realización se queda corta. Es posible que, con más experiencia del director, el resultado fuera mucho mejor, por ejemplo en lograr actuaciones más parejas. Vale destacar a Willy Sembler como un escritor frustrado y a Sergio Hernández como un exitoso director de orquestas, o a Paulina Moreno (7 semanas), como joven pianista. Pero el resultado de conjunto es deficiente.