En términos cotidianos, tener simpatía y/o ser simpático alude a un comportamiento amistoso, agradable, cercano y fácil de captar por la gente, cualidad indispensable en el trabajo unipersonal, con el actor o actriz como instrumento clave de principio a fin.

Esta corriente afectiva surge apenas aparece en el escenario un hombre con maleta, abrigo y sombrero, apariencia de viajero solitario y polvoriento que en casi dos horas narra uno de los relatos míticos más extensos de la literatura universal.

Porque el estadounidense Denis O’Hare se instala al instante como una presencia singular que llena el amplísimo escenario, con la sencillez de una persona que busca cierta intimidad para contar una historia llena de batallas, muerte y venganza que muestra que el ser humano, antes y ahora, siente una inevitable obsesión por la violencia y la destrucción.

Según el mito, la guerra de Troya se desató por el rapto de Helena, la hermosa esposa del rey Menelao de Esparta, a manos del troyano Paris.

Y como los monarcas griegos habían jurado recuperarla, se llevó al sacrificio a todo el pueblo en nombre del honor, en una contienda en que los dioses toman partido por uno y otro bando.

Gran complicidad sonora

“Una Ilíada” es una versión contemporánea de la “Ilíada”, de Homero (siglo VIII a.C), de la cia. Homer’s Coat, de Lisa Peterson (también directora) y Denis O’Hare.

Una propuesta entretenida, rica en síntesis y sugerencias, que combina en el relato en inglés (con subtítulos) pasajes en griego y en la jerga chilena, y alusiones a la geografía del país.

Como cuando se describe la procedencia de la multitud de guerreros griegos en el asalto a Troya: entonces se mencionan algunas de nuestras regiones, ciudades, comunas, incluso el pintoresco pueblo de Peor es nada.

Pero, quizás, lo más importante de la propuesta: en todo momento el público se siente en diálogo director con el actor, aunque O’Hare interpreta al pasar a diversos personajes, como Héctor, Aquiles, dioses y otros.

Esta complicidad surge del carisma y técnica actoral, de la dosis performática de su trabajo y de la comunicación activa y tremendamente efectiva con un contrabajista que se ubica en un balcón lateral.

El músico, Mark Bennet, extrae del instrumento un universo sonoro intenso, profundo y espectacular, junto con disfrutar de la interpretación global que incluye aristas de tragedia y comedia.

Porque la ternura, la desesperación frente a lo terrible del drama humano y la responsabilidad que implica traer a la vida cotidiana las grandes pasiones humanas, encuentran en el montaje estadounidense un ejemplo de comunicación artística.

Conexión que, al parecer, puede lograrse si el creador escénico es capaz con su desempeño de ponerse en la situación racional y emocional del público asistente.

Sala CA660. Rosario Norte 660. 6 y 7 de Enero, 21.00 horas; 8, 19.00 horas. Entradas de $ 3.000 a $ 35.000.