La primera escena de Elle es una violación. ¿Habrá algo más violento? Pero no es horror ni estremecimiento lo que provocan las imágenes. Es desconcierto. Tanto, que el espectador no está del todo seguro de que eso es lo que ha visto. La disposición de la cámara —distante y casi a ras de piso del comedor de una gran casa, sobre cuyo parquet yacen la mujer y su asaltante encapuchado— evita los sentimientos y las precisiones.

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