El renombrado cineasta alemán Wim Wenders compite este jueves en el Festival de Cine de Venecia con un filme sobre la incomunicación entre hombre y mujer, un tema que, como confesó en una entrevista a la AFP-TV, “parece simple pero cada vez es menos frecuente“.

Uno diría que es un asunto muy simple, un hombre y una mujer que hablan. Pero se ha vuelto poco frecuente saber cómo piensas, quién eres, darse cuenta que hombres y mujeres no solo piensan diferente sino que conservan recuerdos muy distintos“, asegura al resumir el tema de su nuevo filme, Los bellos días de Aranjuez, rodado en francés y con tecnología 3D.

Wenders, que obtuvo su primer premio en Venecia hace 44 años, recién cumplidos los 27 con El miedo del portero antes del penalti, regresa a la Mostra tras doce años de ausencia con una obra del célebre escritor austríaco Peter Handke, su amigo fraterno, con el que ha trabajado en numerosas ocasiones, gracias a sus historias existenciales, sus recorridos interiores, su minimalismo.

Me sorprende estar aquí de nuevo en Venecia con un filme realizado con mi mejor amigo. Vine joven, con mi primer largometraje, era la primera vez que participaba en un festival, conté también entonces con la colaboración de Handke y gane el premio de la Crítica, el primero de mi vida“, rememora el cineasta.

Ha sido una amistad verdadera y honesta. Para seguir siendo amigos hemos tenido que estar lejos…No verse todo el tiempo“, confiesa con tono divertido al referirse a uno de los grandes dramaturgos de vanguardia con el que aborda el espinoso tema del diálogo de sordos entre hombre y mujer.

La imaginación y la memoria de una mujer funciona de otra manera con respecto a la de un hombre“, explica Wenders, maestro del cine de culto, que puso al actor Reda Kateb y a la actriz Sophie Semin sentados ante un hermoso jardín florecido, rodeados de árboles, en las afueras de París, a reflexionar sobre sus propias vidas, sus diferencias irreconciliables, sus aspiraciones y el pasado.

Entender el tiempo. Eso es algo que también hemos perdido. Recordar que hay que tomarse el propio tiempo y que cuando uno está inmerso en la naturaleza se puede dar el lujo de tomarse el propio tiempo“, dice.

Diálogos refinados e irritantes

Respetando el texto de Handke, el autor de filmes como El amigo americano, Historias de Lisboa, “París, Texas” y Hasta el fin del mundo, enfrenta a la pareja a través de diálogos complejos, a veces refinados y en ocasiones irritantes.

Con una visión casi post-feminista, la mujer confiesa cómo ha vivido la propia sexualidad, su despertar, sus batallas y llega a confesar que ha usado el sexo “como venganza”.

El filme habla de los años 60 y 70, del pasado de esos dos personajes. La noción del sexo ha cambiado mucho en los últimos treinta años. Ya pasaron esos años duros, en que la idea era que todos los hombres eran unos cerdos“, comenta.

El sexo representa cosas muy diferentes para un hombre y para una mujer. Lo que hemos perdido son las diferentes maneras de poder valorizarlas“, explica.

Para penetrar en ese mundo íntimo, fuera de la realidad, Wenders escogió el paisaje idílico de la región de Ile de France, en los alrededores de París.

A ese paraíso quería llevar a mí público“, dice.

También emplea la técnica 3D, como “un lenguaje complementario a la imagen“, sostiene.

El público puede estar allá dentro (…) como una ventana al mundo“, tras definir como poético y tierno el uso que ha hecho de la triple dimensión.

El diálogo dramático entre dos personajes anónimos, en un espacio y tiempo tan limitado, veraniego y campestre, es dulcemente interrumpido por la música, un mítico jukebox y la presencia del cantante Nick Cave, cuya música ha sido incluida en otras cintas de Wenders.

La música ha sido mi gran inspiración. La siento como el mayor regalo que puedo recibir. Muchos de mis trabajos se inspiran en la música. En este filme el jukebox es central, muy presente dentro de la historia, toda la música que sale de ese aparato cuenta la vida de esa mujer. Es un comentario, otro diálogo, es el corazón del filme“, confiesa.

Y es justamente ese amor por la música, esa inspiración, que lo han convertido en una figura clave en América Latina gracias a su premiado documental Buena Vista Social Club, aclamado por la crítica.

¿Algún proyecto nuevo de ese tipo en América Latina?

Todos muy vagos. La música no es solo de América Latina, tenemos el fado, entre continentes. Pero no quiero hablar mucho, todavía no hay nada firme“, adelanta.

Wim Wenders abajo junto a Sophie Semin, Reda Kateb (Izquierda) y Jens Harzer (Derecha), sus aliados en "Los bellos días de Aranjuez".
Wim Wenders (abajo) junto a Sophie Semin, Reda Kateb (izquierda) y Jens Harzer (derecha), sus aliados en “Los bellos días de Aranjuez”.