Jaime Primak Sullivan es una escritora estadounidense y madre de tres niños que decidió compartir precisamente una situación que vivió con sus hijos en las redes sociales, sin prever la repercusión que sus palabras podrían tener.

Según contó en la red social, un día llevó a tomar un helado a sus tres pequeños de 8, 7 y 5 años, después de comer. Aunque no lo tenía presupuestado, el momento se transformó en un episodio de aprendizaje para sus hijos y la convirtió en “la peor mamá del mundo”, según sus palabras. Esto fue lo que dijo…

“Bueno, soy la mamá más mala del mundo…como siempre.

Hoy llevé a los niños a Dairy Queen (tienda de helados) después de cenar. Pidieron los postres que querían, esperamos unos 5 minutos a que llamaran nuestro número. La chica que nos atendió (de unos 17 años) les dio a cada uno el helado que habían pedido. Ninguno la miró a los ojos. Ninguno le dijo ‘gracias’. Ni a ella, ni a mí…

Así que esperé. Conté hasta 10 en mi cabeza mientras empezaban a comerse sus helados y la chica me miraba fijamente (probablemente pensaba que yo estaba oyendo voces). Luego observé cómo mis hijos se abalanzaban hacia la puerta.

Los seguí afuera, donde les quité los helados con calma y mis hijos vieron con horror cómo los depositaba en la basura más cercana. Los 3 se pusieron histéricos. Yo esperé. Callada. Con calma. Cuando se dieron cuenta de que tenía algo que decirles, se callaron.

Entonces les expliqué que algún día, si tenían suerte, tendrían un empleo como el de aquella chica, y que yo esperaba que la gente los mirara. Que los mirara de verdad: les mirara a los ojos y les dijeran ‘gracias’. A los 8, 7 y 5 años ya somos mayorcitos para demostrar buenos modales y decencia básica del ser humano,

Así que hoy, soy la mamá más mala del mundo”.

Tras compartir esta vivencia, la mujer recibió muchas felicitaciones de usuarios que le señalaban que esa sería una lección que sus hijos no olvidarían. Sin embargo, otros la criticaron, acusándola de ser demasiado dura.

Luego del revuelo causado, la mujer habló con el portal de contenidos virales Aplus, donde dijo que hizo esto porque ella recién a los 20 años se dio cuenta que sus acciones afectaban a los demás y decidió cambiar.

“Fui una matona toda mi vida”, confesó, añadiendo que poco a poco empezó a darse cuenta de que si quería cambiar el mundo, debía empezar por ella. “Me cansé de decir ‘la sociedad tiene que cambiar’. Yo soy la sociedad”, dijo, asegurando que pretende inculcar esta misma perspectiva en sus hijos.

“No quiero que mis hijos tengan una mentalidad egoísta. Quiero que sean inclusivos, quiero que sean los que dicen ‘¿quieres jugar conmigo?’. Quiero que mis hijos quieran incluir a los demás niños y miren hacia atrás y vean a su madre diciendo ‘estoy orgullosa de ti”“, señaló.

Además, afirmó que “no es suficiente con decir ‘por favor’ y ‘gracias’: tenemos que ver la gente. Mis hijos necesitan ver el valor individual de las personas”.

“Quiero que sean las personas que construyen una mesa más grande cuando no hay suficiente espacio para otras personas”, complementó.