Patricio Jara ajusta el filtro Antipop

CORDONPRESS / AGENCIA UNO
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Patricio Jara busca llegar a la raíz, a la identidad y la búsqueda profunda de personajes que no se encuentran, que no encajan con la “realidad”. Personajes que hacen lo que quieren, que perseveran pero están en el margen, con un desarraigo latente, con una precariedad acechando y con familias nunca consolidadas, y vinculados al norte del país (no en vano es de Antofagasta).

Antipop, Alfaguara (c)

Antipop, Alfaguara (c)

Así es en El sangrador y en Geología de un planeta desierto, como en Antipop, su última novela donde hace gala, nuevamente, de un gran conocimiento sobre música Rock y técnicos.

Jara nos sumerge en el mundo de alguien que ama la música rock (Antipop) que arma un estudio de grabación con equipos de los 70 y se esfuerza por lograr alta fidelidad con la mejor tecnología con la que grabaron grandes grupos a nivel internacional.

De fondo, un padre alemán llegado de niño justo después de la Segunda Guerra Mundial y una madre descendiente de alemanes del sur, que se trasladan al norte y que luego se separan. El peso del nazismo y su consiguiente discriminación.

Muere del padre, entonces al protagonista le llega una herencia inesperada, compra equipos usados de extraordinaria calidad que encuentra por casualidad y se traslada para instalare en Santiago.

En ese contexto, Patricio Jara nos sumerge en el mundo de la música y, en especial, en el de la búsqueda profunda de lo que uno es, de la fidelidad a esa búsqueda y la marginalidad y la precariedad que eso -muchas veces- puede implicar: no seguir al rebano ni querer tener un rebano.

Patricio Jara escribe de manera precisa, sin palabras o formas rebuscadas, un relato simple que transmite -con profunda humanidad- una manera de enfrentar la vida que reflejan la búsqueda de un sentido de vida.

En Antipop -como en las novelas ya mencionadas- hay un cierta melancolía, como un estar fuera o en el borde de la “realidad” -como ser “Antipop” en una cultura masiva y consumista- en la que los encuentros son fortuitos, las casualidades existen, pero el éxito es ajeno.

Leer a Patricio Jara es un placer por muchas razones: buena escritura, no tener páginas ni párrafos de más (algo tan común con esta moda de libros gruesos), adentrarnos con pasión en mundos ajenos y por la humanidad que logra plasmar. Antipop entrega todo eso.

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Patricio Jara busca llegar a la raíz, a la identidad y la búsqueda profunda de personajes que no se encuentran, que no encajan con la “realidad”. Personajes que hacen lo que quieren, que perseveran pero están en el margen, con un desarraigo latente, con una precariedad acechando y con familias nunca consolidadas, y vinculados al norte del país (no en vano es de Antofagasta).

Antipop, Alfaguara (c)

Antipop, Alfaguara (c)

Así es en El sangrador y en Geología de un planeta desierto, como en Antipop, su última novela donde hace gala, nuevamente, de un gran conocimiento sobre música Rock y técnicos.

Jara nos sumerge en el mundo de alguien que ama la música rock (Antipop) que arma un estudio de grabación con equipos de los 70 y se esfuerza por lograr alta fidelidad con la mejor tecnología con la que grabaron grandes grupos a nivel internacional.

De fondo, un padre alemán llegado de niño justo después de la Segunda Guerra Mundial y una madre descendiente de alemanes del sur, que se trasladan al norte y que luego se separan. El peso del nazismo y su consiguiente discriminación.

Muere del padre, entonces al protagonista le llega una herencia inesperada, compra equipos usados de extraordinaria calidad que encuentra por casualidad y se traslada para instalare en Santiago.

En ese contexto, Patricio Jara nos sumerge en el mundo de la música y, en especial, en el de la búsqueda profunda de lo que uno es, de la fidelidad a esa búsqueda y la marginalidad y la precariedad que eso -muchas veces- puede implicar: no seguir al rebano ni querer tener un rebano.

Patricio Jara escribe de manera precisa, sin palabras o formas rebuscadas, un relato simple que transmite -con profunda humanidad- una manera de enfrentar la vida que reflejan la búsqueda de un sentido de vida.

En Antipop -como en las novelas ya mencionadas- hay un cierta melancolía, como un estar fuera o en el borde de la “realidad” -como ser “Antipop” en una cultura masiva y consumista- en la que los encuentros son fortuitos, las casualidades existen, pero el éxito es ajeno.

Leer a Patricio Jara es un placer por muchas razones: buena escritura, no tener páginas ni párrafos de más (algo tan común con esta moda de libros gruesos), adentrarnos con pasión en mundos ajenos y por la humanidad que logra plasmar. Antipop entrega todo eso.