“Fugitivos de la ausencia”, obra de Jorge Díaz (1930-2007), Premio Nacional de las Artes de la Representación 1993, gran dramaturgo chileno-argentino-español, dio la oportunidad para que Mauricio Bustos construyera “Un jardín secreto”.

Con el nuevo título, el director quiso denominar y graficar el núcleo de la obra, ese espacio que “existe” –sea real o imaginario- y gravita sin contrapeso en las etapas culminantes de la vida de las personas mayores.

Un ámbito muy íntimo que, paradojalmente, puede ser compartido con otros u otras -siempre que se den ciertas condiciones- y que traspasa (o incluye) los límites del amor, la amistad y la solidaridad.

Es lo que plantea esta obra: la experiencia de dos adultos mayores, con claros problemas de memoria, pero muy activos en todo sentido, que se conocen por casualidad cierta vez, mientras pedalean en sus bicicletas.

Así, de ser perfectos desconocidos, Engracia y Mariano irán construyendo una relación intensa, con incertidumbres y certezas, conflictos y consensos, sin prefabricar el destino, sino sometiéndose a lo que les depare la vida.

Aristas desconocidas

La propuesta sigue el rumbo de un montaje realista, con una historia cronológica y a un ritmo que parece adecuarse a cierta parsimonia que caracteriza a ambos adultos mayores.

Ella es vivaz, peleadora, directa en sus comentarios, ágil mentalmente, “cocoroca”; él, más formal, tal vez algo tímido o respetuoso en exceso, parece estar siempre a la expectativa.

Sin embargo, la habilidad del dramaturgo alterará profundamente el sentido inicial del relato, sin aspavientos ni exageraciones, sólo a través de ir revelando aristas que agregan otras dimensiones de los personajes.

En todo caso, estos giros no son raros en la eximia dramaturgia de Jorge Díaz, ya que acostumbra a proponer en sus obras no sólo entretenidas peripecias y anécdotas, sino que también episodios sorprendentes que

rompen los esquemas formales, a menudo en un tomo poético y sensual que alumbra otras áreas del ser humano.

Gaby Hernández y Humberto Gallardo forman parte del elenco, dos teatristas con extensa trayectoria que se ponen al servicio de este montaje para modelar tipos de personas, reconocibles y cercanos.

Ambos se conectan con los espectadores a través de un buen desempeño lúdico, fluido, sin titubeos , especialmente la actriz, una comediante de amplio espectro y gracia escénica.

Además, aportan una cualidad que muchas veces escasea en el teatro de nuestro país: voces claras y trabajadas, capaces de proyectar e impostar cuando es necesario.

De este modo, instalan la obra en un ambiente cálido y sencillo, con diálogos intensos, a veces vertiginosos o más tranquilos.

Y todo mientras recuerdan episodios de sus vidas y buscan el jardín secreto para ellos, el rincón de la felicidad… mientras pedalean y pedalean entusiastas en sus bicicletas.

Teatro Centro Cultural Las Condes. Apoquindo 6570. Sábado 20.00; domingo 19.00 horas. Entrada general $ 6.000; Tarjeta Vecino $ 4.000. Hasta el 19 de Junio.