La Corte de Apelaciones de Temuco rebajó en 2 años las penas aplicadas a un teniente y un suboficial de Carabineros en retiro, quienes fueron condenados por un homicidio ocurrido el 10 de noviembre de 1973 en el puente “Salinas”, que cruza el río Dónguil en la comuna de Gorbea.

Los ministros de la Primera Sala del tribunal de alzada de La Araucanía fijaron en 6 años de presidio las penas aplicadas al teniente en retiro de Carabineros, Patricio Horacio Burgueño Robles, y al suboficial, José Luis Guzmán Sandoval, como responsables del homicidio de Nicanor Moyano Valdés, y cuya sentencia de primera instancia fue aplicada por el ministro en visita extraordinaria para causas de derechos humanos de la Corte de Apelaciones de Temuco, Álvaro Mesa Latorre.

En la investigación se detalla que el 10 de noviembre de 1973 la víctima concurrió a la Tenencia de Carabineros en Gorbea, a fin de cumplir con la obligación de firma semanal impuesta el 22 de octubre de ese mismo año por la Fiscalía Militar del Regimiento de Infantería n°8 Tucapel de Temuco.

Al llegar a ese lugar y luego de un intercambio de palabras con el jefe de la unidad, teniente Patricio Burgueño, el trabajador quedó detenido, siendo luego sacado de la Tenencia por el mismo oficial y los carabineros Fidel Freire Obando y José Luis Guzmán Sandoval. Éstos lo trasladaron al puente “Salinas” que cruza el río Donguil, donde procedieron a ejecutarlo, disparando sus armas de servicio en contra del hombre, cuyo cuerpo cayó a las aguas del río.

La familia de la víctima ante su ausencia se dedicó a su búsqueda, encontrando el cuerpo varios días después en la ribera del río Donguil, junto al puente Salinas. Ante ello dieron cuenta al mismo jefe de Tenencia, quien les sugirió regresar a su domicilio ya que él y su personal se encargarían de la situación.

Sin embargo, el oficial en retiro junto al personal que participó en la ejecución de Moyano Valdés, se trasladó en la madrugada hasta el lugar indicado por los familiares y sacaron el cuerpo de la víctima de las aguas, los subieron a un vehículo para llevarlo hasta el río en el cual desembocaba el Donguil, lanzándolo nuevamente a su cauce.

Luego, concurrieron donde la familia de la víctima a fin de que los acompañaran hasta el lugar donde ellos habían visto el cuerpo y así hacerles creer que habían buscado el cadáver, pero éste ya no estaba.