El congreso del partido de derecha populista Alternativa para Alemania (AfD), que le permitirá aprobar su primer programa, se vio perturbado el sábado en Stuttgart (suroeste) por las protestas de militantes de izquierda, que provocaron cientos de detenciones.

Durante la mañana, cientos de personas opuestas al AfD intentaron bloquear el acceso al congreso y al cercano aeropuerto de Stuttgart. La policía local detuvo entonces a 400 personas, informó a la AFP un portavoz de la policía local.

“¡Ningún derecho para la propaganda nazi!”, “¡Nos quedamos con los refugiados y sacamos a los nazis!”, gritaba un grupo de manifestantes cerca del palacio de congresos y del aeropuerto, donde la circulación fue cortada parcialmente y los coches tenían que parar en la vía rápida para permitir bajar a sus pasajeros.

Algunos manifestantes quemaron neumáticos y lanzaron petardos contra los policías y los periodistas, agregó la misma fuente. En su cuenta en la red social Twitter, la policía también precisó que había utilizado gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes.

Más tarde se produjeron enfrentamientos entre militantes de izquierda y miembros del AfD.

Más de mil policías antidisturbios fueron desplegados para controlar las zonas cercanas al palacio de congresos, bajo fuertes medidas de seguridad.

Estos incidentes retrasaron una hora la apertura del congreso, al que está previsto que asistan 2.400 miembros entre sábado y domingo.

AfD, fundado en 2013, pasó de una posición antieuro a defender posturas antirefugiados, hasta convertirse en islamófobo. Dirigido por Frauke Petry, de Sajonia (este), y por Jorg Meuthen, de Bade-Wurtemberg (suroeste), tiene representantes en el Parlamento Europeo y en la mitad de los parlamentos regionales del país.

¿Aliarse con el FN y el FPÖ?

A un año y medio de las elecciones legislativas de 2017, su discurso duramente crítico con la política de acogida de los migrantes de la canciller Angela Merkel tiene buena acogida y lo favorece en las encuestas de opinión.

En los sondeos, oscila entre 12 y 14% de las intenciones de voto, lo que le permitiría acceder a la cámara federal de diputados, el Bundestag, un hecho insólito en la Alemania de después de la II Guerra Mundial.

En el congreso de este fin de semana, el AfD debe aprobar su primer programa en tres años de existencia.

Entre las mociones que serán votadas figuran la prohibición de minaretes, “símbolos de la dominación islámica”, de las llamadas a la oración, así como del velo, “signo político-religioso de la sumisión de las mujeres musulmanas hacia los hombres”.

Estos textos van en consonancia con la serie de declaraciones efectuadas recientemente por los líderes del AfD, que consideran al Islam “incompatible con la Constitución”, o califican a la religión musulmana de “ideología política” y de ser “la mayor amenaza contra la democracia y la libertad”.

La joven formación también votará su acercamiento en el Parlamento Europeo a los partidos ultraderechistas Frente Nacional (FN, francés) y FPÖ (Austria), un tema controvertido dentro del AfD. La corriente más de extrema derecha, próxima a los neonazis, muy implantada en la exRDA, es favorable al acercamiento. Los seguidores más moderados del partido, en el oeste del país, en cambio, quieren evitar la etiqueta de “extrema derecha”, con connotaciones muy negativas en Alemania.

El partido también está desestabilizado por las luchas internas por conseguir el liderazgo de la formación. Frauke Petry, número uno desde que excluyó al cofundador en el verano (boreal) de 2015, se encuentra cada vez más aislada respecto a los representantes locales del partido, que van ganando peso. Estos últimos días, Petry amenazó con dimitir si su intención de orientar el grupo hacia una línea anti-islam era contestada.